-¡No soy tu omega!, deja de pensar esas cosas, no eres más que un fastidio para mí, además ¡tú! No serias nada digna para una omega como yo.
En ese momento, Mina había sentido como la opresion en su pecho se había hecho cada vez más grande, escucha...
Esa había sido la pregunta que había hecho su padre, y debía admitir que le parecía absolutamente una mala idea, el emperador le había dicho a su hija que estaba planeando reunir a la familia Myoui, con ellos para así dar a conocer el "cortejo" que Mina le daría, pero para Chaeyoung eso era solo basura, no le gustaba nada de la propuesta de su padre.
—Prefiero que no se haga nada —el emperador se vio sorprendido.
Desde que le dijo a su hija sobre quien era su predestinada, ha estado actuando de la peor manera todo éste tiempo, y no entendía lo que le estaba sucediendo a su hija, ¿por qué actuaba tan errática cada vez que hablaban de algo que tuviera que ver con Mina?
El emperador sabía que Mina era una grandiosa alfa, había estado escuchando y viendo como la alfa se dedicaba a estar siempre al pendiente de todo, siempre era cuidadosa y salía en defensa de su familia, sin duda alguna digna de estar con su hija, sabía que recibiría el amor más sincero, pero al parecer para Chaeyoung no era así.
—Hija, ¿qué te ocurre? —la princesa miró a su padre.
—No quiero que nos reunamos, ella no es mi predestinada.
—La hechicera no se equivoca, Mina es...
—¡No lo es! —el emperador abrió levemente la boca, miró a su hija, estaba parada, y había azotado sus manos en la mesa, estaba molesta — No lo es...
—Lo es, no puedes cambiar eso.
Chaeyoung volvió a sentarse, ahora la comida le iba saber amarga, no le gustaba discutir con su padre, pero quería dejarle claro que aquella alfa no era su predestinada, que la hechicera estaba muy equivocada con lo que dijo, ¡Myoui Mina no es su alfa!
—Papá, Myoui no es mi alfa, tal vez la hechicera solo lo dijo porque quería molestar...
Su padre soltó un suspiro, estaba cansado de escuchar eso, Chaeyoung le había repetido muchas veces que la hechicera estaba equivocada, pero el emperador sabía que no era así, la hechicera no se equivoca, nunca lo ha hecho.
—Se hará la reunión —demandó su padre, y Chaeyoung dejó de masticar, tragó lo que había empezado a comer y de nueva cuenta se levantó, pero esta vez para retirarse— ¿A dónde vas? No has terminado la cena.
—Ya no tengo apetito...
Esa había sido la respuesta de su hija, y miró como se alejó para después deslizar la puerta y salir.
Chaeyoung caminaba cabizbaja, estaba molesta, no podía creer que prácticamente su padre la obligue a aceptar el cortejo de una alfa como Mina, a ella no le gustaba Mina, no le gustaba para nada, y no quería nada que ver con ella, odiaba a esa alfa.
Unos pasos la sacaron de sus pensamientos, miró en frente, Mina estaba allí dándole la espalda y caminando, llevaba algo en las manos, al parecer era importante.
—¿Por qué sigues aquí? —preguntó Chaeyoung.
La alfa miró detrás, y dio una reverencia en forma de saludo.
— He venido a entregar esto al emperador, mi madre lo envía, no es mucho, pero es un pequeño regalo, para ustedes.
Mina dejó que la princesa mirara lo que llevaba en sus manos, era una bolsa, toda estaba repleta de galletas, Chaeyoung pensaba que seguramente eran galletas compradas, a su padre no le gustaban las galletas mal hechas y a ella tampoco.
— Dámelas, se las entregaré yo misma.
— Gracias por aceptarlas — Mina le dedicó una sonrisa tan sincera, Chaeyoung simplemente se quedó admirando por unos momentos aquella sonrisa, era linda, sacudió levemente su cabeza, no debía pensar en eso.
— Sí, lo que digas, ¿ya te irás?
Mina hizo otra reverencia y se retiró.
Chaeyoung no entregó las galletas, las había tirado, lo que no sabía era que Mina junto a su madre las habían hecho, eran caseras, y hechas con amor, y Chaeyoung las había desechado como si no tuvieran ningún valor.
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