00:02 PREMONITION AND INSTINCT

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Hastiada era un verbo que quedaba chico para como se encontraba Yongsun. Quince tortuosos minutos habían transcurrido en la enorme habitación de vestidos y espejos, citada por la reina en espera del diseñador recomendado directamente por "su alfa."

Resultaría ordinario omitir las intenciones que tenía la reina por producir un efecto en el orgullo del alfa al tomarle la palabra.

No terminaba de procesar las cosas, hacía una semana de la visita de aquel robusto alfa.

Aquella noche durante la cena la conversación era un fondo inaudible, Yongsun se sentía bajo el agua y la expresión consternada de su hermano no ayudaba.

El viejo alfa frente a ella, ¿él era su alfa? ¿se iba a casar en un mes? ¿con quién? ¿quién era ése? ¿invitados? ¿quiénes? ella no conoce a nadie, ¿con quién se iba a casar? ¿por qué? ¿un hombre treinta años mayor que ella? ¿un viudo? ¿iba a casarse con un viudo? ¿Hijos? ¿qué?

Sintió una mano en su muslo, miró hacia el susodicho con rapidez intentando entender que estaba pasando. Frente a ella estaba su madre, mirando con una sonrisa al alfa en su costado que le sostenía el muslo, la omega observó al alfa nuevamente, y este se encontraba demasiado cerca para un tipo que acababa de conocer, el hombre le sonrió y apretó su muslo nuevamente.

-Estoy seguro que Yongsun estará feliz de llenar de orgullo a su reino dándome cachorros

Tembló y todo se detuvo. De pronto la habitación era demasiado fría, las manos ásperas sobre su falda eran hielo y la sonrisa de su progenitora era como frutilla caducada. Sentía asco, de esas manos, de las sonrisas, de la conversación, de ella misma por nacer así.

No hacía falta procesar nada, era algo que sabía. Las conversaciones de las doncellas en los pasillos, cuando lamentaban su ingenuidad. Tae recordándole su función como omega, su destino como princesa.

Lo sabía, pero quería creer que no. Quiso engañarse a si misma, teniendo la esperanza de estar dormida, de que al despertar sería el beso de su alfa lo primero que vería; o el de su difunto padre. Alguien que la amase a pesar de su casta, que la quisiese por ser Yongsun. Ni omega, ni princesa.

Había transcurrido una semana y no había tenido tiempo de llorar, porque no había parado de pensar. No quería eso, estaba segura; pero no sabía hacer nada más que obedecer. No conocía a nadie fuera del castillo, no conocía más allá de los muros.

Asimismo no había algo que pudiese hacer mientras ambos alfas decidían que vestido iba a usar para la boda.

Así que ahí estaba Yongsun, sentada en el amplio sofá de terciopelo rojo de aquella habitación de espejos, criticando mentalmente la grosería de cierto alguien responsable del diseño de su vestido.

Si bien no tenía nada más interesante que hacer más que maldecir el día de su concepción tampoco quería escuchar a algún diseñador halagando lo afortunado que era su alfa por tenerla y encima esperar por ello.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por las grandes puertas de la habitación siendo abiertas abruptamente de una ligera patada.

Un pequeño y escuálido ensombrerado pasó con una caja frente a su rostro tanteando con los pies el suelo que no podía ver debido a la caja.

—D-disculpe joven—dijo una de las doncellas a mi lado con nerviosismo —Le podemos— fué interrumpida a media oración

—Estoy bien doncella— la voz espesa me erizó la piel y cuando finalmente el desconocido la colocó en una mesa cercana al sofá se quitó el sombrero dejando caer su largo cabello azabache impoluto.

DESTINY MOON [ Moonsun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora