❪ DRABBLES | MIYA TWINS ❫ HAIKYUU

𝗢𝗦𝗔𝗠𝗨 𝗠𝗜𝗬𝗔

─Un poco más abajo... Oh sí, justo ahí ─suspiró ante ese toque tan placentero. Su novia tenía unas manos mágicas. Agradecía al cielo de haber encontrado una chica con las habilidades de un Dios.

─Veo que lo disfrutas, “Samu-Chan” ─con un tono burlón en su voz, volvió a escuchar como suspiraba Osamu cuando hizo presión sobre sus hombros. Tenía una muy buena vista de su marcada espalda y anchos hombros. Santísimo sea el de arriba, era perfecto.

─¿Tu madre es artista? Porque eres una obra de arte, mujer ─dijo el muchacho estremeciéndose al sentir una ligera caricia recorrer su espina dorsal. Se estaba volviendo loco.

─Pff, desde hace once años ─rió. Era cierto que su progenitora llevaba siendo una gran artista japonesa durante once años seguidos, tal vez el peli-gris hizo un intento de piropo que resultó ser un fracaso, pero ciertamente le provocó gracia ya que no es natural recibir ese tipo de comentarios por su parte.

Miya pareció estar muy relajado cuando finalmente la sesión de masajes se dio como finalizada, dejando escapar un suspiro que le hizo entender a ___ lo satisfecho que estaba. Sonrió al saber que hizo un buen trabajo, y se acercó al cuello de Osamu, plantando un suave beso allí.

Acarició un poco los desordenados cabellos grisáceos del muchacho, y miró el dedo donde llevaba el anillo que prometía una unión eterna entre los dos. Estaba feliz de haberse casado con él. Solo se limitó a mirarlo con un hermoso brillo de dulzura, y aunque no estuviese manteniendo contacto visual con Osamu, algo le hacía saber que ella lo observaba con cariño plantado en sus lindas orbes c/o.

─Mientras papá zorro descansa, su esposa irá a recoger a sus hijos zorritos del colegio ─mencionó divertida, levantándose de la cama con una sonrisa en sus labios.

─Papá zorro quiere algo antes ─habló el peli-gris tomando con gentileza la muñeca de su amada. Se sentó en el borde de la cama matrimonial y atrajo el delgado y pequeño cuerpo de ___ a él. Tomó con cuidado las mejillas rosas de la mujer, y dejó un cariñoso beso sobre sus labios.

Los pómulos de ella no tardaron en enrojecer cuando la preciosa mirada de su marido la miraban con otras intenciones. Golpeó su cabeza lo más suave posible y volvió a retomar la compostura, desviando sus ojos del Dios griego que aún en la misma posición, se limitaba a verla en silencio y con una sonrisa.

─Iré a por los niños ─murmuró. Luego de lo dicho, tomó rumbo hacia la cochera donde estaba el auto que compartían al ser un regalo de bodas. ___ era una mujer algo orgullosa, a lo que no admitiría que amaba las dobles intenciones de su hombre cuando tenía la oportunidad, pero igualmente, Osamu lo sabía sin que tenga que escucharlo de ella.

Tal vez, la razón por la que se casaron, fue por lo mucho que se comprendían a través de simples gestos. Quien sabe.