Valentía (Rivarmin)

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“Me gusta esa actitud. Una parte de coraje, y tres de estupidez.”

Ed Speleers - Eragon

– Te preguntas por qué lo hice, ¿verdad? Sinceramente, después de todos estos años, ni siquiera yo mismo lo sé —estaba dándole la espalda al chiquillo. Lo interrumpió tomando su té, justo antes de la medianoche. Cualquier otro soldado se habría ganado un portazo en la cara de parte suya, no así Armin. 

– Supongo que tuvo que ver con dejarlo descansar. El comandante ya tenía mucha culpabilidad —habló casi en un murmullo. Seguramente pensó que alguien más podría escucharlo. 

 – Sí, tal vez. El siempre te consideró uno de sus soldados más capaces, posiblemente fue por eso. 

Levi Ackerman nunca admitiría en voz alta lo que sucedió para que decidiera darle una oportunidad más.

Sabía que no estaba exento, no del todo,  de su propios sentimiento de culpabilidad. La duda que vino después al momento de inyectarle el suero, las noches que le siguieron de desvelo, siéndole imposible olvidar todo aquello. Era su penitencia por haber sobrevivido. Quedarse con lo traumatizante de la guerra, que por aquel entonces no hacía sino empezar, casi deseó no haberlo hecho. 

No, no puedes pensar así.

Era cierto lo que Kenny había dicho, todos somos esclavos de algo. 

¿De qué es esclavo él? Lo único que cambió su vida fue unirse a la Legión de Reconocimiento. La única persona que confió en él antes que él mismo, había muerto hace un año, y ahora el motor con el que se inspiraba cada día era cumplir la promesa que le hizo.

Acercó la reluciente taza  para beber de esta. El sabor de la manzanilla lo reconfortó. 

A él no le podía engañar Hange ni sus bravatas, tratando de acercarse a una nación que sólo se interesa por su dinero. 

El dinero, o los recursos naturales de Paradise. Paradise, qué carajos con ese nombre. 

Sacudió la cabeza para librarse de sus pensamientos, o mejor dicho quejas acerca de cosas que no podía cambiar.

No se puede volver a lo que fue..

Lo de los Azumabito no era el camino correcto, estaba seguro; sin embargo que si alguien le preguntará cómo resolver un conflicto tan añejo como aquel, no sabría dar una respuesta certera. Claro Eren y Armin habían servido de mucha ayuda; pero dos hombres por sí solos no pueden rescatar a una nación. 

Pensando en el rubio se giró a verlo, el joven entornó sus ojos para verlo mejor a través de la tenue luz de la lámpara. 

– Es tarde, deberías irte —después añadió—. Agradezco tu preocupación, pero todo estará bien. Deberías aprovechar  tus poco días libres —el otro negó con la cabeza ganándose un ceño fruncido del moreno. 

– Verá, y tal vez suene pretencioso de mi parte. Pero sé que está solo, y bueno, no está mal estarlo, estoy seguro que usted necesita alguien con quien platicar. Cualquier cosa, ya sabe donde buscarme 

No quiso ser grosero con las intenciones de Arlert. De verdad que no era el momento ni la ocasión para hacerle sentir mal, por lo que sólo contestó. 

— Está bien. Lo tendré en cuenta —no había querido decir nada más por temor a sonar descortés.

¿Por qué no quiero ser grosero con él? ¿Es por qué el chico es sensible y quizás el único con cerebro de la Legión?

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