Prólogo - Bosque encantado

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Sunrise

Él amaba el mundo en el que vivía, todo lo que había en él le parecía tan sorprendente que no se cansaba de mirar todo lo que había a su alrededor.

Nacer en medio de un bosque donde tenía contacto directo con la naturaleza había hecho de él, un adolescente sensible y respetuoso de ella. No había un día donde el joven de cabello negro no saliera a correr por el bosque hasta donde corría el río en medio de frondosos árboles.

Podría pasar horas escuchando la melodia del bosque y dormir con ella, deslizarse por el agua y sumergirse hasta sentir su cuerpo bailar con la corriente. Pasar sus manos por la yerba rociada de la mañana, oler las distintas flores y subirse por las ramas hasta la cima de los árboles, y observar los amaneceres y atardeceres desde lo más alto de las colinas aledañas.

Cuando llegaba la noche, se acurrucaba en un mullido sofá que el mismo fabrico, tomaba aquel violín viejo y tocaba hermosas melodías frente a la chimenea mientras cerraba sus ojos y volvía al bosque, su mente lo hacía.

En él habitaba un alma pura y valiente, no sabía del mundo más allá de su amado bosque y aunque el había tenido contacto con personas externas a su mundo, no tenía idea de la maldad que ellos traían en su corazón.
Quienes lograron conocer su taller de carpintería y entablar una conversación con él, sabían de su belleza física y su bello, aunque ingenuo, corazón.

Donghae, ese es su nombre, un adolescente de envidiable belleza, tenía un rostro fino, ojos rasgados color marrón, una nariz recta, labios delgados y una masculina barbilla. En una sonrisa añiñada se asomaban sus dientes un poco torcidos, su cuerpo esbelto lo hacía parecer todo un hombre, más era un niño que adoraba dormir a orillas del rio.

Vivía en una cabaña que él mismo amplio según sus necesidades después de la muerte de sus padres. Su padre le había enseñado el oficio de la carpintería, él herredo el talento de la escultura y aquello fue su sustento.
El trabajo no siempre le faltó, se debía a que creaba muebles con hermosos tallados, tenía formas que extraía de la misma naturaleza. O tal vez se debía a que mucha gente gustaba de su compañía y ansiaba volver a su taller, aunque no tenía una verdadera necesidad de renovar sus muebles lo hacían, ellos sabían que Donghae no hablaría con ellos si no fuera por otra cosa más que recibir encargos.

Sonaría un poco hipócrita decir que Donghae amaba la naturaleza y aún así derriba árboles para crear muebles para las personas, sin embargo el creía que en el mundo todo tenía una función, y los árboles tenían varias funciones entre ellas la carpintería, además que el cultiva y las planta, sobretodo trata de ser eficiente con el uso de la madera.

Su vida era tranquila, armoniosa y según él, mágica.

Pero la vida no siempre fue fácil de vivirla, y aunque Donghae creía que nada podía salir mal, que el mundo seguiría siendo hermoso y nada lo lastimaria, sería su propia inocencia e inexperiencia sobre el verdadero amor que lo llevaría a sentir un dolor inimaginable que desearía nunca haber querido explorar el mundo más allá de su bosque encantado.

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⏰ Última actualización: Jun 15, 2020 ⏰

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