Cap 6: La Disculpa

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Hyoga dormía plácidamente, de repente se escuchó un ruido fuerte, despertó de golpe, de inmediato miró a su lado y se asustó con lo que vio. Shun no estaba.

De un salto se levantó de la cama y lo buscó con la mirada, hasta que finalmente lo vio, el peliverde estaba en el suelo del otro lado de la cama.

—Shun, ¿te encuentras bien? — El ruso se agachó rápidamente a su lado y lo ayudó a sentarse. — ¿Qué pasó?

— Estoy bien Hyoga, me voltee mientras dormía y caí, no pasa nada — el joven le dio una sonrisa amable, pero luego su expresión cambió a una sorprendida. — Hyoga…

—¿Si?

—¿Qué estás haciendo en mi cuarto? — preguntó Shun, no recordaba ni como había llegado a ese lugar, y le sorprendía mucho que el rubio estuviera en su habitación.

— Te quedaste dormido mientras estábamos paseando, te traje a tu cuarto y tu hermano me dijo que te cuidara — Shun pareció calmarse con esa respuesta.

— Entiendo — Hyoga lo cargó. — ¿Q-qué haces?

— Te llevo de vuelta a la cama — el rubio lo acostó delicadamente en el lecho y luego se acostó a su lado. – ¿Te pasa mucho?

— ¿Qué cosa?

— Caerte de la cama de ese modo, ¿te pasa seguido?

— Bueno, más o menos, mi hermano se ha asustado muchas veces cuando me encuentra en el suelo durmiendo, si me caigo de la cama me acomodo un poco en el suelo y me duermo, ya estoy acostumbrado.

— Deberías llamar a Ikki o a mí para que te ayudemos.

— No me gusta ser una molestia, además, no es tan malo como piensas, estoy bien.

Hyoga lo observo por un momento y se tranquilizo.

— ¿No te duele nada?

— No, no me golpee tan fuerte — el rubio no parecía muy convencido, se levantó y encendió la luz, revisó al peliverde.

Tenía unos pequeños golpes en las piernas y los brazos, pero nada grave, como no sentía nada en sus extremidades inferiores no se había dado cuenta de los golpes.

— Bueno, solo tienes algunos golpes – el rubio apagó la luz – eres un chico fuerte — le revolvió el cabello a su amigo.

Shun sonrió, esa sonrisa se veía bien para cualquiera, pero su mirada se veía vacía, sin vida, el peliverde en realidad estaba triste. El semblante de Hyoga cambio a uno triste y preocupado, Shun lo notó y se alarmó un poco.

— ¿Qué tienes Hyoga?

— Nada, vamos a dormir — se acostó al lado de Andrómeda, luego lo abrazó y lo acostó en su pecho. — Así nos aseguraremos de que no te vas a caer de nuevo — el peliverde se sonrojó. — Descansa — Hyoga cerró los ojos.

— T-tú igual – tartamudeó el menor.

Cerró los ojos y trató de calmarse, acostó su cabeza en el fuerte pecho del Cisne. Al principio estaba algo temeroso y apenado, pero el pecho de Hyoga era muy suave, lentamente el sueño le fue ganando y cayó rendido cerca del cuello de su amigo.

Al día siguiente Ikki entró en la habitación con una sartén y una cuchara.

— ¡Buenos días dormilones, a levantarse! ¡Arriba! — dijo mientras golpeaba la sartén con la cuchara. Ambos jóvenes se despertaron de golpe.

— Hermano — Shun enfocó su mirada en el peliazul — ¿Por qué traes una sartén?

— Para despertarlos, los llamé la primera vez que entré y no despertaron, así que opte por una técnica más efectiva.

Gracias por Existir (ShunxHyoga)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora