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Hinata durmió por horas, hasta que una enfermera la obligo a despertar con la excusa de que debían analizar de nuevo el estado de su cuerpo; la menor podía ver las caras de desconcierto de la señorita que iba a atenderla. La verdad su rostro era comprensible, simplemente no lograba entender como es que Hinata continuaba viva. 

El daño que Neji le había hecho era con toda la intención de matarla, así que no comprendían como es que aun seguía viva, claro que su corazón tenia serios daños pero nada que un buen tratamiento mezclado con descanso, no arreglara.

Al poco rato Hiashi acompañado de su abuelo y Hanabi fueron a visitarla; claro que la Hyuga vio sus ojos de desaprobación, sobretodo en su abuelo, pero por desgracia ya estaba acostumbrada, realmente lo que pasaba por su mente era el deseo de saber la verdad o mejor dicho confirmarla; necesitaba oírlo de la propia boca de Hiashi. 

Así que una vez que su abuelo termino de dar su discurso, Hinata se armo de valor y se sentó en la cama; mirando únicamente a quien por tantos años la humillo y maltrato diciendo ser su padre.

-Ya se la verdad- fue lo que dijo, sin tartamudeos y sin agachar la mirada.

Hanabi no entendía esas palabras que decía su hermana, de hecho llego a creer que se había vuelto loca hasta que miro a su padre y a su abuelo, notando como a pesar de sus semblantes serios, unas gotas de sudor resbalaban de su frente; incluso noto como la mano de su padre temblaba ligeramente.

-Hanabi sal un momento- dijo Hiashi con esa voz autoritaria en donde daba a entender que no aceptaba un no por respuesta. 

La Hyuga menor miro una última vez a su hermana y con resignación salió de la habitación, dándoles privacidad. 

- Exactamente ¿A qué verdad te refieres?- cuestiono el abuelo de la Hyuga, tratando de mantener su semblante serio y frívolo. 

Hinata tardó en hablar, hasta que de nuevo el valor recorrió por sus venas y apretó los puños, mirando de nuevo con los hombres, con una fiereza en sus ojos que hizo que sintieran un leve escalofrió a través de sus cuerpos . 

- La verdad de mi verdadero padre- Hiashi frunció el entrecejo mientras se cruzaba de brazos. 

- Tú padre soy yo, yo que te alimente, te cuide - Hiashi iba a continuar con su discurso pero Hinata ya no estaba dispuesta a oír más mentiras, ademas de que el peso de los años de maltratos la obligo a interrumpir a el mayor.

- ¡Es mentira! Quien me alimento fue Ko, también fue él quien me cuido incluso de ti mismo, quien me regalo la ropa que vestí en la Academia y que visto ahora - dijo Hinata mientras apretaba las sabanas blancas.

Era la primera vez que la Hyuga alzaba la voz tanto pero simplemente ya estaba harta. 

- Insolente, Hiashi te acogió en el clan aun siendo una mestiza, te adopto como su hija salvándote de ser sellada como a los de la rama secundaria, permitiendo que tu fueras la futura heredera a pesar de que Hanabi es más poderosa que tú - hablaba el mayor de los Hyuga presentes. 

Hinata negaba con la cabeza.

-Estoy segura de que solamente me aceptaron en el clan por tener el byakugan - esta vez en su mirada se notaba la tristeza. - Si mis ojos no hubieran heredado el byakugan me hubieran mandado a cualquier lugar olvidándose de mí- 

Los adultos callaron ante la clara verdad en las palabras de la menor. 

Hasta que el silencio se vio interrumpido por otra persona que no estaba invitada a la conversación. 

- Eres bastante inteligente Hinata- 

Los presentes miraron hacía el punto de donde venía la voz que rompió aquel silencio. 

- ¿Amaimon?- dijo Hinata con la sorpresa marcada en sus ojos perlas.

Hiashi no conocía al joven de cabellos verdes quien los observaba haciendo unos círculos con sus manos y los ponía alrededor de sus ojos; un ademan extraño para los Hyugas mayores. 

Pero a quien si reconoció fue Samael quien se encontraba parado con orgullo y elegancia a lado de su hermano mirando la escena con un gesto divertido, mientras jugueteaba con la banda ninja de Hinata.

-Hiashi, te deje al cuidado de mi hermana porque pensé que estaría segura en tus manos- dijo el de cabellos morados mientras analizaba con detalle el símbolo de la aldea grabado en la banda ninja. 

La menor miro a quien se hizo llamar su padre pero a pesar de todo, no rencor en sus ojos, de hecho solo se podía ver una profunda tristeza.

Haciendo que Samael se percatara de que no importara que la sangre de Satán recorriera sus venas, al final en aquella pequeña niña predominaba el recuerdo de su difunta madre. 

- Aparte no ha sido del todo honesto señor- hablo el de cabellos morados cuando salió de sus pensamientos, pero esta vez se dirigió al más anciano de los Hyuga.

Quien por supuesto lo miro sin entender a sus palabras, provocando una sonrisa burlona en el demonio más alto. 

- Usted dijo que le había salvado de ponerle el sello de la rama secundaria de su familia- hizo una pausa mientras pasaba por entre sus dedos el lazo color azul de la banda de la kunoichi. - Eso es cierto, pero ¿acaso olvido que ustedes sí le pusieron otro sello a Hinata?-. 

Se escucho el tronar de los dientes de los hombres de ojos perlados al verse descubiertos. 

- Y dicen que los demonios somos mentirosos- dijo Amaimon con clara burla en su voz.

-¡Fue para protegerla!- se defendió Hiashi.

- ¿A ella, o a tu clan?- cuestiono Samael.

Y de nuevo silencio por parte de los Hyuga.  

-¿Cómo esperan que Hinata sea poderosa, cuando ustedes mismos sellaron su poder?- continuo el de cabellos morados pero esta vez con un semblante serio. - Le dejaron únicamente la capacidad de usar el byakugan, la llamaron inútil y débil cuando ustedes mismos sellaron sus poderes- decía mientras se acercaba con paso elegante a los humanos de ojos color perla. - Y ahora, por culpa de su clan, ella se encuentra en este hospital salvada únicamente por nosotros y por la sangre de Satán ¿acaso ustedes deseaban verla muerta?- y tras decir esa ultima frase, sus llamas azules cubrieron su cuerpo, al igual que el de Amaimon. 

La diferencia de poder era clara, no importaba cuan egocéntricos fueron los que llevaran el apellido Hyuga; incluso con el orgullo por su sangre, los mayores no evitaron retroceder unos pasos ante la impotencia de aquellos demonios con apariencia de jóvenes. 

Hinata abrió ligeramente la boca ante la sorpresa, pero de inmediato se cubrió con sus manos como una dama criada con los valores de una familia de "alcurnia" como los Hyuga. 

La idea de ver a los hombres que la maltrataron por tantos años, ahora con la mirada agachada y retrocediendo ante la presencia de quienes se hacían llamar sus hermanos; le hicieron sentir un retortijón en el estomago. 

-Esperen- les pidió mientras trataba de ponerse de pie. 

Los de orejas puntiagudas la miraron y al ver su mirada de preocupación mientras se ponía de pie aun con sus rodillas temblorosas; apaciguaron las llamas de sus cuerpos y dejaron de intimidar a los hombres del clan Hyuga. 

Definitivamente ella era tan distinta a su padre, incluso era distinta a ellos mismos.

- Hinata debe saber toda la verdad- dijo Samael viendo de reojo a los hombres -Pero no tu versión Hiashi, pues se verá alterada por tu sentimental y lastimado corazón- .

Así que humillados los Hyuga salieron de la habitación dejando a los tres hermanos solos. Hinata miraba sus manos mientras que los demonios la miraban directamente, era algo curioso que pasaba en la mente de los hombres, pues Amaimon solamente veía similitudes con Satán, mientras que Samael entre más miraba, solo podía ver a la difunta Yuri. 

Pero no era momento de eso, ahora, Hinata escucharía una parte de la historia de su madre y su padre, así como el origen de sus poderes, y la existencia de sus dos hermanos que nacieron junto a ella. 



El poder de cambiar (Hinata Hyuga, Okumura Rin y Okumura Yukio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora