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Hinata escuchaba atenta la historia, mientras se limpiaba las lagrimas.

- El como se enamoraron, es algo que ni siquiera sus hijos conocemos - hablaba Samael.

Por supuesto que aún no iban a contarle todos los pormenores, pero lo que podían contarle era con toda la verdad,  y eso era algo que sus dos hermanos aún no conocían. 

- Entonces, murió- susurro Hinata en tono bajo.

El de cabellos morados asintió; no le contó los detalles de la muerte de Yuri, ni la importancia de otro hombre en el corazón de su madre. 

Pero lo que si le contaron fue lo de sus poderes, que ella tardo un poco más en despertarlos, haciendo que todos creyeran que solamente uno de sus hermanos había heredado las famosas llamas azules.

- Eras una bebé muy tranquila, recuerdo que lloraste solamente por un rato y luego te quedaste profundamente dormida aferrada a la bata de tu madre - miro hacía al techo como si tratara de recordar. - Fuiste la última en nacer, pero en eso tus hermanos nos tenían en un gran predicamento - soltó una risa al recordar a uno de los bebés corriendo desnudo en cuatro patas con las orejas puntiagudas y la cola negra típica de los demonios  y cubierto por las llamas azules. Mientras que él otro tardo más de la cuenta en respirar. 

Le parecía muy curioso que incluso durante su nacimiento Hinata fuera una persona calmada y que buscaba provocar el mínimo de los problemas.

- Disculpe - susurro Hinata sacándolo de sus recuerdos. - ¿Cómo supieron que tenia estas, llamas azules?- 

Samael puso una expresión algo seria.

- Pues si te soy sincero, yo pensé que había nacido sin los poderes de Satán, te trajimos aquí porque gracias a los genes Hyuga de Yuri heredaste el byakugan, por eso no pudimos mantenerte junto a tus hermanos - guardo silencio un momento. - Me enteré que tus poderes los despertaste unas semanas después de que llegaste al clan Hyuga pero no actuaste de manera salvaje como tu hermano, tan solo te quedaste acostada mientras las llamas cubrían tu pequeño cuerpo - 

Amaimon asintió confirmando la información.

- Pero claro que tomaron la decisión de sellar ese poder - continuo Samael.

Hinata se quedo pensando y casi de inmediato negó con la cabeza.

-Yo, no tengo ningún sello por el cuerpo - susurró la de ojos perlados.

Samael señalo su propia espalda con una sonrisa tan típica de él.

-El clan Hyuga es muy inteligente, y hay sellos que tú no conoces, por ejemplo el que tienes, se encuentra en tu espalda-

Hinata al principio pensó que era absurdo pues le parecía imposible que tuviera algo como un sello en su espalda y que no lo hubiera notado. Pero antes de decir algo, su vista se dirigió al techo de la habitación dando a entender que estaba recordando; y es que como tal ella casi nunca se veía al espejo y cuando lo hacía solo era para ver que el pantalón estuviera bien colocado o algo de ese estilo, pero jamás había visto su propia espalda desnuda. Y en las pocas veces que fue con su equipo a las aguas termales, siempre usaba la pequeña toalla blanca así que tampoco nadie pudo percatarse de aquello. 

Era como si su familia supiera que ella iba a ser un tanto descuidada con su aspecto al crecer; suspiro al darse cuenta de que lo que le decía comenzaba a tomar mucho sentido. 

-Ese sello evita que puedas liberar el poder de Satán, osea nuestro padre, con libertad- continuo Samael.

-Pero, entonces como es que me han sucedido cosas extrañas- preguntó por fin la Hyuga.

-Suponemos que el sello que te pusieron comenzó a debilitarse, debido a que estas entrando en la pubertad- explicó Amaimon esta vez. 

Hinata se sonrojo ligeramente, pues ella no estaba acostumbrada a hablar de esos temas con nadie. 

-Eso quiere decir, ¿Qué el sello se quitara cuando llegue a la adolescencia o cuando sea adulta? - cuestiono de nuevo la niña de ojos perlados. 

Esta vez, ninguno de los demonios dijo nada, y así se quedaron por unos segundos; hasta que Samael rompió el silencio.

-Nosotros desconocemos ese detalle, pero si es un sello que comienza a debilitarse con los años, de seguro no es muy fuerte- dijo el de cabellos morados.-Pero por desgracia no podemos quitártelo pues no manejamos las artes de los ninjas- rasco su cabeza ante sus últimas palabras. -Aunque puedes obligar a el clan Hyuga a que rompan el sello- dijo esta vez con una expresión de total interés; mirándola con las cejas levantadas en busca de una respuesta.

 Para Hinata aquella idea era descabellada y suicida; después de todo lo ocurrido comenzaba a dudar que la dejarían poner un pie en el clan. 

Así que de inmediato negó con la cabeza ante esa propuesta. 

-¿Obligarlos, yo?- negó mientras cerraba sus ojos. - Eso es absurdo, ellos de seguro me echaran del clan - dejo de mover la cabeza y ahora miro sus rodillas con tristeza. - ¿Cómo podría obligarlos a algo?- dijo bajito.

-¿Crees que te dejaremos hacerlo sola?- preguntó Amaimon.

Esas palabras hicieron que ella alzara la cara y los mirara con incredulidad.

-Aunque claro, una vez que tus poderes sean liberados, debes aprender a controlarlos- dijo Samael esta vez; mientras se colocaba de nuevo su sombrero y la miraba. -Y para hacerlo, sera mejor empezar cuanto antes- dijo extendiéndole una mano para que la pequeña se levantara. 

Hinata miro al hombre y sin dudarlo utilizo su mano como soporte para levantarse. Asintió ante las últimas palabras dichas por el de cabellos morados. 

Sin embargo, aún tenía miedo; le daba pavor el enfrentarse a quien por tantos años considero su padre y a su clan. Pero sabía que debía hacerlo; pues ya era momento de dejar salir sus llamas azules y así estar más cerca de conocer toda la historia. Y por lo tanto, acercarse más a Satán. 




El poder de cambiar (Hinata Hyuga, Okumura Rin y Okumura Yukio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora