¿Qué pasaría si, el siguiente líder de la Secta Lanling Jin, no fuera Jin Ling si no, otra persona que también posee la sangre del Clan Jin?...
Los personajes no me pertenecen, pertenecen a la novela Mo dao zu shi y a su autora MXTX
*Advertencia este capítulo contiene contenido sexual*
Habían traído la cena, la Sra. Meihui a partir de ese día se encargaría de todos los platillos del Líder y Hanguang-jun.
Era una cocinera que conocía los platillos de todas la regiones.
Wei Wuxian y Lan Wangji comenzaron a probar los su platillos y agradecieron que haya logrado el sabor exacto que esperaban, uno bien picante y otro bien suave.
Mientras iban comiendo, Wei Ying le contaba a su esposo que había encontrado muchos de sus inventos en los cofres, y que algunos estaban aún inconclusos.
Hanguang-jun ya no lo reprendía por hablar durante las comidas, al contrario disfrutaba de sus monólogos, mientras él lo observaba con cariño y en silencio, de vez en cuando haciendo algún gesto para responder alguna pregunta.
Cuando acabaron de cenar, Wei Wuxian tenía deseos de beber un poco de vino, pero ya no quedaba en la habitación, iba a salir dispuesto a buscar pero Wangji lo detuvo, en cambio él se puso una bata exterior y salió rumbo a la cocina a buscarlo, de paso le agradecería a la Sra. Meihui por la cena y le diría los platillos y horarios de Wei Ying, para que lo cuide en su ausencia.
Una vez que salió, Wuxian fue corriendo hasta el cofre y sacó aquello que había encontrado, y comenzó a prepararse.
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Un incienso después Lan Wangji volvía a la habitación trayendo una vasija de vino, la habitación estaba en penumbra, aquello lo extrañó, recordaba que estaba bien iluminada antes de salir.
— Wei Ying? —llamó con duda. Llevando el vino en una mano.
— ¡Oh, es el intachable Hanguang-jun! —dijo una voz con frialdad.
Al ver de quién provenía la voz, Lan Zhan fue sorprendido y casi deja caer el vino, con rapidez dejó el vino sobre una mesa y avanzó a grandes zancadas, tenía una mirada que podría interpretarse como furia.
En un momento se detuvo, no sabía que hacer ante aquella situación.
— Sabes, siempre tuve deseos manchar, al prístino Hanguang-jun, quién hubiera pensado que vendrías a mi por tus propios medios... ¡Arrodíllate! —bramó
Lan Wangji se sorprendió sólo por unos segundos, luego se arrodilló, le era imposible despegarle la vista. Allí frente a él, aunque más bajo, estaba parado el Patriarca Yiling, con todo y atuendo.
— Bien —comenzó a caminar alrededor suyo, sus ojos rojos estaban posados sobre toda la figura de Lan Wangji.
En un momento se paró en frente y con Chenqing le levantó el mentón.
