Millic x Penomeco

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CatheGarcilazo

Thief

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La risa tan escandalosa del mayor le produjo un escalofrío al de rulos, quien miraba como su hyung corría por delante de él, Dongwook saliéndose con la suya una vez más, le trajo recuerdos de cuando lo conoció, de cuando decidió que ese chico rebelde seria su modelo a seguir.

—¡Oye tú, idiota! —oyó que alguien le grito.

Seunghyun se volteó para buscar al dueño de esa voz, aunque luego se retó a si mismo porque respondió a la palabra "idiota".

—¡Toma! —volvió a gritar ese chico.

Le lanzo una mochila, de ésta salieron dos mandarinas que cayeron y fueron pateadas sin cuidado por ese chico.

—Cuida mi mochila, esconde la evidencia —le mandó pegándole en el hombro antes de salir corriendo.

No entendía lo que estaba pasando, pero se sintió relajado, la sonrisa confiada de ese chico le transmitió los mismos sentimientos. Se abrazó la mochila y buscó con la mirada las mandarinas caídas pero ya estaban muy lejos para ser vistas.

Los pasos de otra persona atrajeron su atención, en realidad eran 3, parecían adultos de 30 años o más, estos se pararon frente a él, jadeando como animales.

—¿Has visto a un japonés de cabeza grande corriendo por aquí? —preguntó uno de estos hombres.

Señaló en una dirección completamente distinta a la que se fue el chico, aunque de japonés no tenía nada suponía que estaban pensando en la misma persona. Le agradecieron y salieron corriendo en esa dirección.

Una vez solo miro la mochila en su poder, ya que ahora era suya no temia abrirla y ver que habia dentro, pero para su sorpresa y decepción solo tenia frutas y bebidas energizantes. Se sintió curioso, su cabeza se lleno de preguntas.

Sintió unas fuertes palmadas en su espalda que lo asustaron, casi le hicieron tirar la mochica que se le fue otorgada, además pegó un grito por el susto, se sintió avergonzado por ello.

—¡Gracias, enano! —gritó el chico de antes.

Seunghyun se volteó a verlo y esa sonrisa otra vez, esa sonrisa que le provocó sonreír.

—De nada, ¿en qué te ayude? —quiso saber pasándole sus cosas.

—Robar —contestó con simpleza.

El menor sintió una sensación amarga en su lengua, tenia que ser una broma, él no podría ser cómplice de algo así.

—¿Qué? ¿me estas jodiendo?

—No. —Se rió despreocupado—. Me lleve estas cosas sin pagar de una tienda que esta acá a cuatro cuadras —detalló—. No tenia tanto dinero, solo pague la mitad de lo que ves aquí.

—Pero-

—Así que gracias, ahora podre contarle a mi amigo que conseguimos lo necesario para la noche —interrumpió sin dejar de ser tan carismático, Seunghyun se cuestionaba si estaba bromeando—. Gracias, enano —repitió.

—¿Por qué...?

—¿Quieres venir a una fiesta esta noche? Seria divertido, acepta como agradecimiento.

Apretó sus labios impotente, no tenía sentido ponerse mal por algo que ya habia pasado y no habia marcha atrás, ya fue cómplice, debería vivir con eso, ahogar sus penas en alcohol gratis, muy buena idea.

—Bueno, ¿dónde es?

Y esa sonrisa despreocupada otra vez, le hizo desear al más bajo poder ser como ese chico, dejar de pensar las cosas y solo hacerlas. Pero robar no estaba en sus planes.

—Hyung, va muy rápido —se quejó el más bajo.

—Descuida, nunca te dejaré atrás, Seunghyun —juró volteando a verlo—. Si caemos, caemos juntos.

Sintió sus mejillas calentarse por sus palabras, su corazón dio una sacudida, ese idiota seguía consiguiendo ponerlo nervioso con palabras, ese idiota era tan sincero y descuidado que ponían en peligro los sentimientos del más joven.

Siguieron corriendo hasta meterse en una tienda de accesorios para el hogar en un puesto de la avenida, se metieron hasta el fondo para esconderse, fingiendo estar observando los tonterías que vendían.

—Mira, Seung —señaló el mayor, en sus manos sostenía un mono de peluche—. Se parece a ti, solo le faltan tus rulos —comparó divertido.

—No soy un mono —protestó.

—Claro que sí, ¿no ves que este se parece a ti? —insistió—. Es tan tierno como tú —juró, sin aguantarse dejó un beso sobre la cabeza del peluche—. Esto no podría hacerte a ti porque el instante comenzarias con que eso es gay. Tienes razón, no se parece a ti.

Se sonrojo por ese comentario, sin responder se alejó de él para mirar otras cosas de las góndolas, se sentía avergonzado. Oyó las risas del contrario detrás suyo, no quiso voltearse y lo viera rojo.

—Deberíamos dejar de robar —sugirió el menor agarrando un atrapa sueño, nunca creyó en esas cosas.

—Lo hacemos por buenos motivos.

—Tienes un horrible complejo de Robin Hood, es patético —criticó sintiéndose molesto—. Nada justifica lo que hagamos.

—Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón —bromeó pero lo decía en serio, provocó la risa de Seunghyun—. ¿No la conocías esa? Ley de vida.

—Idiota —murmuró con una sonrisa—. Me gusta, es buena.

—Verdad que sí, además tiene mucho sentido porque...

Seunghyun se puso en piloto automático porque sabía que el otro comenzaría con sus monólogos que nunca podía seguir, no importaba cuánto lo intentara, su hyung tenía un talento indiscutible para decir estupideces sin sentido con toda la emoción del mundo, le costaba estar a su par sin perderse en la mitad o olvidar la gran mayoría de palabras soltadas.

Lo miró hablar, sus ojos brillando mientras contaba de dónde sacó la frase y porqué le daba la razón, tan enfocado en el relato, aprovechó ese momento, era su oportunidad. Se acercó rápido, cortando la distancia entre ambos, lo tomó por la nuca para acercarlo a su cara y se puso de puntas de pie, lo besó, fue torpe y algo brusco, hasta a él le dolió, aún así siguió, por más desastroso que empezó lo corrigió, se acomodó, inclinó su cabeza a un costado. Se separó enseguida cuando el mayor intentó tocarlo.

—Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón —repitió serio—. Ya estoy purgado de todos mis pecados.

Dongwook se sonrojo, era la primera vez que Seunghyun era tan directo, era de las personas que evita hacer las cosas para no arrepentirse luego, pero en ese momento, lo sintió tan decidido, sin importarle si lo arruinaba o no, sólo pudo sonreír.

—Eso es mío, te haré devolvermelo —juró divertido.

El menor se puso nervioso pero no flaqueo, no iba a huir como siempre hacia, le haría frente a su confesión sin palabras.

—Inténtalo, a mi nunca me robaras nada.

—Wow, cuidado porque en el barrio tenemos a un ladrón de corazones —se burló.

Seunghyun se alejó no sin antes insultarlo por lo bajo, saliendo de la tienda con una sonrisa que le temblaba, sintiéndose tan contento como nunca recuerda haberlo estado, no había sido rechazado, su corazón solo podía sentir paz. Le gustaba el idiota correcto.

seong-san hero | khhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora