Solo un error

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Las jornadas en el hotel se habían vuelto pesadas, todo gracias a que tal y como nadie había previsto, las visitas en el hotel habían aumentado tras la llegada del "Demonio Radio", todos con la falsa creencia que, si un demonio tan poderoso como lo era el locutor estaba interesado, era seguro que era un proyecto grande, un proyecto seguro, nada más alejado de la realidad, o al menos por el momento, donde solo se trataba de un medio de entretención para el viejo pecador.

Esa noche se aventuraron a una fiesta, si un antro de mala muerte lleno de extraños en el que no temían a emborracharse se le podía llamar de esa manera. Como ya era de esperarse el patrocinador de aquella noche de faena no era nadie más que la estrella porno, quien tras unos minutos de lucha logro arrastrar a la misma hija de Lucifer, y con ellos a la polilla.

Los minutos fueron pasando al igual que las copas, que una a una borraban cualquier rastro de lucidez de la joven princesa, quien con el pasar de los minutos soltaba la rienda de sus pensamientos, trayéndole hasta la palma de su mano aquella discusión que como ella dijo "amargo su día", todo gracias a un comentario que a los oídos del locutor fue estúpido, desatando su risa burlona acompañada de chistes hirientes -Nada fuera de lo normal- Aún no sabía si había sido el alcohol el generoso motor del valor que le faltaba a su lucidez, o quizás solo fue el coraje quien tomo el teléfono dispuesto a todo.

-Buenas noches, ¿con quién tengo el gusto? -una voz masculina y llena de estática atendió

-¡Tú! Me alegra mucho escucharte, ¿aún no entiendes que las palabras tienen más filo que las acciones? - gritoneo arrastrando las palabras una a una- ¡Te equivocas!

-Buenas noches, majestad. Por lo que escucho no se encuentra muy bien, ¿hay algo en lo que yo pueda asistirla? - pregunto con amabilidad

-No señor... No hay ¡nada! Yo puedo manejarlo sola, así que... Quisiera abrir su cajón de quejas, ¿no comprende la existencia de personas sensibles?- lloriqueó- tú y tus estúpidas palabras...-susurró

El demonio al otro lado del teléfono se quedó el silencio un par de segundos, reaccionando con total ignorancia solo al sonido de la insistente voz de un hombre acompañando al demonio, "vamos, ven conmigo" "yo puedo llevarte" "ven" repetía una y otra vez mientras su compañera cada vez más molesta rechazaba su propuesta, terminando con ella susurrando un pequeño "que molesto" en la bocina del teléfono.

-¿Dónde estás, querida? - por fin se dispuso a preguntar

-Así que ahora le importo- lo orillaba a dejarla a su suerte - Estoy en el antro del amigo de Ángel, celebrando- ni siquiera había terminado su oración cuando el trigueño había colgado - Bastardo...

Las luces, el humo y los laceres habían logrado fatigar lo suficiente a la pobre muchacha, que a pesar de haber buscado por cuál lugar pudo a sus amigos, se quedó en soledad. Ya sin muchas ganas, salió del enorme lugar, sentándose a la orilla del asfalto, sintiendo su cuerpo colapsar en su lugar.

-Hola, hola, muñequita... ¿Está perdida? -un hombre prácticamente invisible para ella le hablaba con un tono dulce- ven, sube, yo te llevo-sin mucho esfuerzo sujeto su cuerpo viendo la nula respuesta de ella

-¡Lo lamento! Ella viene conmigo-de nuevo esa conocida voz tan alegre hacía acto de presencia, quería alzar la mirada y verlo, pero en ese momento su cabeza pesaba tanto como un enorme pedazo de concreto-parece que ella no está muy de acuerdo con ir contigo

-Lárgate...- contesto el otro demonio -te me acercas y le saco los ojos-tan pronto como había terminado esa oración aquel sentimiento de somnolencia y mareo había sido remplazado por pánico al no entender que estaba pasando, cosa que pronto culmino en un fuerte llanto de parte de la próxima monarca

¡¡Yo Te Amo!! (Charlastor, Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora