──06, rehabilitación y abstinencia

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Los insoportables gritos de la esposa de su hermano empezaban a irritar a Angeline

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Los insoportables gritos de la esposa de su hermano empezaban a irritar a Angeline. No llevaba más de tres días en la casa de su hermano mayor y ya estaba pensando en largarse a cualquier motel o ser secuestrada por algún fanático. Ahora se arrepentía de haber rechazado la invitación de Evie y tendría que soportar a la súper modelo.

Para ella, Michelle Sanders o Mishy, como sus amigos cercanos solían llamarla, era el mismísimo diablo, su personalidad la llevaba a ser antipática, falsa y manipuladora. Una cualquiera que buscaba sus gloriosos momentos de fama y se aprovechaba de la fortuna del bajista sin que él se diera cuenta.

La menor decidió ir por un vaso de agua pues su garganta estaba seca después de practicar toda la mañana sus diálogos.

—Al fin despertó la bella durmiente —mofó una voz varonil que para su mala suerte, también le irritaba.

Angeline pasó de largo ignorando al rubio.

—Ha estado repasando sus diálogos todo el día, pero viejo, ella es genial —exclamó Bobby con orgullo.

—Entonces ser un jodido perfeccionista viene de familia, eh.

Angeline dejó el vaso en su lugar mientras que los dos hombres reían. Quería regresar a su habitación pues en cualquier momento Michelle bajaría y todo se volvería aún más incómodo.

No le desagradaba Bret en lo absoluto, sólo habían días en los que no podía soportar su actitud y prefería alejarse o quedarse callada antes de iniciar una discusión con él.

—Bob... —trató de llamar la atención de su hermano.

—¡Bret! —exclamó una contenta Michelle bajando por las escaleras—. ¿Cómo has estado?

La pelinegra rodeó los ojos y caminó hacía su cuarto.

—¿Por qué no nos acompañas a la piscina? —preguntó Michelle alzando la voz para que la menor la escuchara.

Angeline suspiró parando su caminata, no quería ser grosera con su cuñada.

—Lo siento, le prometí a Vee llamarla después de su consulta... La abstinencia es muy difícil y debo estar ahí para ella —le sonrió falsamente y desvió la mirada hacía su hermano—. Algunos no cuentan con más personas para sentirse apoyados.

Notó como Bobby la miraba confundido y siguió con su caminata.

Extrañaba su casa, extrañaba caminar por los pasillos solitarios mientras los chicos se encontraban de gira, extrañaba el tocadiscos y poder bailar en la sala sin ser observada por otros, pero lo que más extrañaba era a C.C.

Se sentía culpable por haberse acostado con Frank después de descubrir al guitarrista coqueteando con otra, había actuado por impulso y los celos. Ahora temía que Frank fuera a decírselo a sus familiares o incluso al propio pelirosado.

—Hey...

Frunció el ceño al ver a Bret parado en su puerta.

—¿Qué mierda haces aquí? —preguntó caminando hacia él.

El rubio sólo sonrió de lado y se recargó sobre la puerta.

—¿Qué tal las cosas con Bruce?

Angeline rodeó los ojos. Se sentía incómoda, no le gustaba estar encerrada en una habitación con Bret Michaels, más cuando su paciencia se agotaba.

—Fuera de mi cuarto.

Bret empezó a reírse poniendo furiosa a la chica Dall.

—Necesitamos hablar —dijo con seriedad y mirándola fijamente.

El rubio sin despegar la mirada empezó a caminar hacia ella provocando que la menor se pusiera nerviosa y terminara arrinconada.

El corazón de Angeline empezó a acelerarse, no porque el rubio le provocara cosas lindas sino de temor al estar arrinconada en una miserable esquina. Aunque sabía que nunca la lastimaría, no terminaba de confiar en él.

—¿Por qué sigues con DeVille? —preguntó Bret entrecerrando los ojos.

Angeline frunció el ceño, no estaba entendiendo el motivo por el cuál hacia todo esto para hablar de su ex.

—¿Podríamos hablar sobre esto como personas normales? —el rubio se alejó cruzándose de brazos—. Gracias...

La pelinegra hizo una mueca.

—Porque a pesar de todo, siempre me trató bien y sé que me amaba... Sólo necesito que entre a rehabilitación por su cuenta. Eso es todo.

Bret volvió a entrecerrar sus ojos caminando de un lado a otro no tan convencido por lo que acaba de decir la actriz.

—Sigue consumiendo drogas, lo ví la semana pasada cuando iba hacia el estudio —suspiró sobre el rostro de la menor, quien sólo lo alejó de un empujón—. ¿Por qué no lo dejas y te vas con Frank?

Angeline quedó paralizada, ¿Cómo Bret sabía lo de Frank?

Trató de calmarse. Conocía muy bien a Frank, estaba segura que no pudo haberle dicho porque no se conocían y tal vez Bret leyó el nombre de alguna tarjeta que se debió caer de algún obsequio.

—Frank es mi amigo —Angeline alzó ambas cejas sorprendida—. Deberías pensar bien las cosas... DeVille es cosa del pasado y no cambiará, es algo obvio...

—Frank también es del pasado y no ha cambiado, y lamentablemente tú sigues siendo el mismo estúpido rubio egocéntrico de hace un año.

La pelinegra salió de su habitación enojada dejando al rubio adentro e ignorando los gritos de su hermano. Necesitaba salir de esa casa y hablar con él.

 Necesitaba salir de esa casa y hablar con él

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