Prólogo

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-Mira, ahí está. Dijo mi hermanita, Christine.  

Un enorme castillo se alzaba a unos pocos kilómetros. El camino se volvía cada vez más estrecho, ya que estaba en medio de un frondoso bosque. Los baches nos hacían saltar de nuestros asientos, y ayudaban a que me mareara aún más. 

 -Ya falta poco. Aclaró mi padre, quien conducía

Durante todo el verano, había estado tranquila, pero ahora, al estar tan cerca, me asustaba no encajar. De todos modos, no había vuelta atrás, y había sido yo la que había insistido en ir a Husslytom, un prestigioso internado alejado de ciudades y pueblos. Estaba envuelto por enormes bosques oscuros, y ahora mismo yo estaba yendo por dentro de ellos, intentando llegar de una vez. Hacía ya varias horas que habíamos salido de casa, y ahora que ya podía ver el castillo, veía como se hacía cada ver mas grande. 

Por fin llegamos. Mi madre, mi hermana y yo bajamos del coche junto con mi maleta, mientras mi padre iba a aparcar. Fuimos por un camino de piedra que acababa en una entrada al castillo. Mi hermana no paraba de mirar a todos lados sin parar. Yo ya había visto muchas imágenes en internet así que ya tenía una idea de como se veía el castillo. Al menos por fuera, ya que no había encontrado ninguna imagen del exterior, cosa que me parecía extraña. 

Mi padre llegó con nosotras y entramos. Di mis datos a un empleado, y me dio las llaves de mi habitación, que por cierto, tenía que compartir con otra chica. Mi habitación era la 271, o sea que estaba en el piso 2. El hombre nos explicó que las clases empezarían el lunes (era viernes), y que teníamos los horarios en la habitación. También nos dijo que la comida era a las ocho y media, y me indicó dónde estaba el comedor. 

Al llegar a mi habitación, me despedí de mis padres y de Christine, y empecé a guardar mis cosas. La habitación no era muy grande, había dos camas, con un armario cada una. Además había dos escritorios. Empecé a guardar mis cosas en el armario de la cama mas cercana a la pequeña ventana que iluminaba la habitación.

Por lo visto, mi compañera no había llegado aún. Me preocupaba un poco que no llegáramos a congeniar. ¿Y si era muy desagradable? ¿O y si es tan genial que todo el mundo se interesa por ella y nadie por mi? ¿Y que hago si le caigo mal? ¿Y si pasa de mí? Bueno, de todos modos hay más gente... 

Unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos. Escuché el paño abrirse, y entonces una chica entró a mi habitación. Me sonrió y se presentó:

-Hola, me llamo Helen, encantada. 

Bueno, parece agradable

-Igualmente, soy Delia. Le respondí sonriendo también

-Veo que ya has empezado a guardar tus cosas. Dijo ella, y seguidamente empezó a sacar sus cosas de la maleta y guardarlas en el armario vacío, y yo continué haciéndolo también, de mientras que íbamos hablando. 

Después de hablar con Helen, ya me sentía más cómoda. Sentía que nos llevaríamos bien, esperaba no equivocarme... Cuando las dos acabamos,decidimos ir a dar una vuelta y luego ir ya a cenar, porque no faltaba mucho. Al salir, fuimos al exterior, donde había mucha más gente. Mis ojos se fijaron en un chico bastante mono que hablaba con otro chico y una chica. Él tardó poco en ver que yo le miraba, y yo simplemente desvié la mirada hacia otro lugar. Genial, ahora pensaría que yo era una acosadora.

-Ya te estás enamorando? Dijo Helen.

-¿Qué? Claro que no. Respondí bruscamente. ¿Cómo había visto que miraba al chico? 

Ella me dedicó una sonrisa socarrona y seguimos paseando. Pensar que en unos días empezarían las clases y todos llevarían uniforme se me hacía un poco extraño. Aunque entrar en el bosque estaba prohibido (nos lo había dicho el hombre que nos había atendido), algunos chicos se habían adentrado un poco, pero como no había profesores en el patio, nadie les dijo nada. La verdad era que entrar en el bosque parecía muy tentador. Me imaginé por la noche escapándome y yendo dentro con algunos amigos. Por cómo era yo, lo veía probable, ya que siempre me ha gustado explorar y vivir aventuras, aunque rompa alguna que otra norma. Pero ya lo haría en otro momento... no quería hacer eso el primer día ya. Entonces vi que una chica se nos había acercado. 

-Hola, me llamo Lacey. Dijo la chica sonriendo tímidamente. 

-Buenas, yo soy Helen y ella Delia. Habló mi amiga mientras yo le sonreía. 

-¿Puedo ir con vosotras?

-Sí, claro. Respondí yo esta vez.

Estuvimos dando algunas vueltas por el patio, hablando y conociéndonos, hasta que Lacey nos avisó que ya casi era hora de cenar y entonces nos dirigimos al comedor. Recogimos la comida y nos sentamos en una mesa casi vacía, y quedaron tres asientos libres aún. Veíamos cómo más gente venía y ocupaba las demás mesas. Cuando ya estábamos por la mitad de nuestras cenas, vinieron tres personas a nuestra mesa a comer: un chico y una chica que ya había visto por el patio, y ¡El chico que me había visto mirándole! Nos saludaron con un simple "hola" y se sentaron ahí mientras seguían hablando entre ellos. Él se sentó a mi lado, mientras que los otros dos se sentaron delante y en diagonal mío. Ellos llegaban muy tarde, así que nosotras acabamos pronto y nos fuimos. Los que acababan de llegar nos sonrieron cuando nos fuimos, y hubiera jurado que aquel chico me miraba solo a mí al sonreír. 

Ésta vez decidimos ir a ver el castillo en el que íbamos a estudiar por dentro. La verdad es que era bastante oscuro, pero muy bonito... aunque había algo inquietante en él, pero tenía todo el año para descubrir qué era lo que me ponía nerviosa. O era yo, que estaba un poco descolocada porqué pasaría mucho tiempo allí y no lo había visto nunca. 

Pasamos un tiempo viendo el castillo, hasta que se hizo un poco tarde, así que nos despedimos de Lacey y fuimos a nuestra habitación. Y así fue el primero de mis días en Husslytom.



The dark castle (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora