¿En qué momento?

2.6K 36 11
                                    

Narra Joan
—¿Estáis seguros de que queréis entrar...? — Pregunto nervioso, mirando a mis compañeros de habitación.

—Que sí, Joan, que llames ya a la puerta. — Dice Carlos, mientras rueda los ojos.

Detesto estar nervioso. Siempre que lo estoy termino liándola de una forma u otra, pero siempre para mal. De hecho, Carlos y Miki han sido de los pocos que me han visto en mis peores momentos y haciendo el ridículo en público.
Pico a la puerta de la habitación suavemente, no sin antes revisar que el número del cuarto corresponde con el escrito en el folleto. No tardan mucho en abrir, de hecho, en menos de medio minuto veo la imagen del chico que nos explicó en qué consistía la hermandad esta misma mañana.

— ¡Hey, habéis venido! — Sonríe el chico mientras se echa a un lado para que entremos.

Pasamos dentro del cuarto dándole la mano todos, yo el primero. Al entrar veo que ya hay unos chicos que no conozco sentados en unas sillas, y... ¿para qué mentir? Los tres son bastante guapos.

— Hola, chicos. Poneos cómodos, por favor. —Dice uno de los dos que parecen más mayores.

Voy bastante rápido hacia una de las sillas libres, tratando de coger la del medio para que Miki y Carlos se queden al lado de los desconocidos.

— Bueno, creo que estamos todos. ¿Decimos los nombres cada uno y así podemos empezar a hablar?

***

De todos, el que más ha conseguido llamar mi atención ha sido el rubio. La verdad es que es el más guapo y el más atractivo, y nada más ha abierto su boca para pronunciar su nombre, un cosquilleo ha recorrido mi cuerpo. No, no me he enamorado a primera vista ni ninguna tontería de estas, más bien ha sido por lo profunda y grave que es su voz.

La noche no da para más. Hemos hablado sobre nuestra vida personal, sobre nuestra familia, amigos -Carlos, Luis y Ricky, los demás nos hemos callado- y romances. Para mi sorpresa, la mayoría de ellos son heteros, y yo pensaba que más de la mitad tendrían otras orientaciones sexuales.

Tras un rato más, decidimos volver cada uno a su cuarto, ya que mañana tenemos clase y todos creemos que lo correcto es descansar.

Narra Miki
Tras el encuentro estoy un poco agobiado, el pasarme la noche encerrado en una habitación con gente desconocida logra ponerme nervioso, por lo que después de comprobar que Joan y Carlos están dormidos, salgo del cuarto para ir a dar una vuelta por la zona.

—¿Miki? — Una voz detrás de mí hace que me dé la vuelta, encontrándome con el rubio que estaba esta misma noche en la quedada de la hermandad.

—¡Raoul! — Le dedico una sonrisa y me acerco a él para abrazarle. — ¿Qué tal todo?

—Bueno, aburrido... Con insomnio y tal... — Acaricio su espalda con suavidad, sabiendo perfectamente cómo se siente.

—Te entiendo, rubio, te entiendo. —Me separo para mirarle.— ¿Te apetece que demos la vuelta juntos?

En resumen nos hemos pasado unas dos horas dando vueltas por el campus de la universidad hablando y conociéndonos. Raoul es un chico muy agradable, y tenemos muchos gustos en común que con otras personas nunca he compartido. Terminamos el paseo con un abrazo de despedida y cada uno vuelve a su cuarto.

Entro con cuidado, sigilosamente, con tal de no despertar a ninguno de mis dos compañeros de habitación, pero al pasar más allá de la puerta veo que uno ya está despierto. En la cama de Carlos hay bastante movimiento, y solo con acercarme un poco consigo ver que hay alguien bajo la sábana. Intento mirar hacia otro lado, pero me es imposible. ¿En qué momento se le ocurre traerse a una chica a la habitación mientras se supone que estamos dormidos?

Se puede escuchar perfectamente cómo ella se atraganta con el miembro de Carlos, y en una de las veces en las que, por pura curiosidad, dirijo mi vista hacia allí, veo que él me está mirando fijamente. Automáticamente me tiro a la cama como si no hubiese visto nada, pues pensar que alguien le está haciendo una mamada a mi amigo se convierte en el causante de un creciente bulto en mi pantalón. No por él, ya que a mí no me gustan nada los hombres, sino por pura necesidad de recibir cariño allí abajo también.

Sinceramente, no entiendo por qué Carlos me ha mirado en ese momento. Lo más probable es que simplemente quisiera darme envidia, sabe de sobras que llevo mucho sin tener relaciones con alguien y él es capaz de restregármelo por la cara.

Al escuchar los gemidos de la chica, cojo la almohada y la pongo sobre mi cabeza. Soy demasiado bueno, ahora mismo debería de levantarme y dejarle sin polvo, pero prefiero cerrar los ojos y quedarme callado hasta dormirme.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 26, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

LA FRATERNIDAD || OT GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora