Las tres reglas del tercer gimnasio

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Regla #1: No se permiten aguafiestas

—Akaashi-san, por favor dime que esto es una broma. —Kei se dirige al de segundo año haciendo lo posible por no perder la compostura. Que haya tenido el coraje para hablar en lugar de salir corriendo del gimnasio ya es, de por sí, toda una hazaña—. Todavía no paso mi examen de "lenguaje idiota", así que no estoy seguro.

—No es una broma, Tsukishima-kun —responde Akaashi con toda la seriedad que lo caracteriza. El rubio comienza a cuestionarse si interpretó mal las personalidades del grupo de Tokio, porque a estas alturas es posible que el armador de Fukurodani sea tan idiota como los otros dos. Si no, ¿por qué andaría con ellos todo el día?

—¿Ves, Tsukki? —interrumpe Bokuto posando un brazo alrededor de los hombros de Kei—. Este es un claro ejemplo de cuándo debemos aplicar la regla número dos.

—De hecho, la regla número dos aplica para cualquier circunstancia —agrega Kuroo desde el suelo, donde se está poniendo los zapatos para entrenar—. Pero sí, este es un claro ejemplo.

—Y odio decirte esto, de verdad, pero ahora mismo pareces estar a punto de romper la primera regla. —La expresión de Akaashi no traiciona ningún tipo de intención: no parece querer tomar del pelo a Kei ni tampoco parece estar hablando totalmente en serio. Es a la vez un campo neutral y un completo enigma.

—Ah, ¡es cierto! —exclama Bokuto, señalando a Kei con la mano con la que sostiene su toalla—. ¡No puedes ser un aguafiestas, Tsukki!

—¿Cómo estoy siendo un aguafiestas? ¡Ni siquiera estaba enterado de la "fiesta"! —El rubio tira los brazos al aire en señal de exasperación. Ha sido un día largo de partidos perdidos y penalizaciones, y la verdad es que no está de humor para las ocurrencias del autoproclamado "Club del Tercer Gimnasio".

—Calma, calma. —Kuroo se levanta y le da unas palmaditas en la espalda a Kei. Teniendo en cuenta el contexto de la conversación, el rubio no puede evitar sonrojarse ligeramente ante el contacto—. Entendemos que lo de la cuota puede ser difícil la primera vez, así que no te forzaremos a hacerlo...

—Gracias a dios —exhala Kei.

—... ahora mismo. —Kuroo recompensa a su audiencia con una de sus sonrisas felinas—. No te preocupes, tienes todo el entrenamiento para pagar, esperaremos hasta el último minuto.

—Ugh. —El rubio entierra su rostro en sus manos por un instante antes de dirigirse hacia el capitán de Nekoma, quien le había presentado la hoja con la lista de reglas impresa al entrar en el gimnasio—. En primer lugar, ¿por qué de repente decidieron que esto era un club y que esas eran las... las... reglas, o lo que sea?

—¿De repente? No, no fue así —responde Kuroo. Todas las luces del gimnasio excepto una se apagan para convertirse en el escenario de una dramatización—. Así han sido las cosas todo el tiempo, estas son las tradiciones que hemos heredado de nuestros antepasados. ¡Oh, hermanos, admirad la belleza oculta tras la historia! ¡Contemplad las vicisitudes que hemos de superar para continuar honrando el legado de los que estuvieron aquí antes que vosotros! ¡Solo así conseguiremos una verdadera--!

—Me voy.

Kei se da la vuelta dispuesto a salir del gimnasio y rendirse ante la misericordia de una buena ducha y la calidez de su futón, aunque probablemente tendrá que aguantar hasta altas horas de la noche el ruido de sus compañeros de equipo.

Dos pares de manos lo detienen en su lugar tomándolo por los brazos, mientras Akaashi cierra con llave las puertas del tercer gimnasio.

—Tsukishima-kun —comienza el armador, caminando hacia él con todo el porte de un jefe mafioso. Kei siente un escalofrío recorrer su espalda (y asentarse en partes de su cuerpo en las que no está dispuesto a pensar)—. Creo que no entiendes la posición en la que te encuentras.

Las tres reglas del tercer gimnasio [BokuAkaKuroTsuki, #Volleyball2020]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora