Parte unica

233 25 37
                                    


La noche se encontraba más fría y oscura que nunca. El aire traía consigo dolor y arrepentimiento. La luna reflejaba sufrimiento e iluminaba las calles con su luz bañada en melancolía.

Y ahí se encontraba Daniel, rumbo a su casa para así hacer lo que tanto tiempo ha estado esperando.

Llegó a su hogar y abrió la vieja puerta de madera, esta rechinó por lo vieja y descuidada que estaba, pero poco le importó. Subió a su habitación y agarró una mochila.

Metió en ella varías fotos de él con su madre y con los que una vez fueron sus amigos. Agarró también su guitarra vieja, esa que su madre le había regalado en uno de sus muchos cumpleaños. Ah, tampoco se olvidó de la navaja que tenía debajo de la cama. Ya estaba todo preparado para poner fin a todo el sufrimiento.

Ya con todo listo pasó su mochila por sus hombros y salió de su habitación. Bajó las escaleras hasta llegar abajo, se quedó parado en medio de la sala y miro todo el lugar dándole unas silenciosa despedida.

Salió de la casa y cerró la puerta, esta rechinó de nuevo pero esta sería la última vez que la escucharía.

Caminando por las frías calles Daniel se encontraba divagando en su propia mente. Estaba cansado, tanto física y mentalmente, estaba triste, estaba arrepentido, estaba nostálgico. Todas las emociones negativas estaban concentradas en su ser.

A paso lento llegó al cementerio. Caminó hacia la última tumba, en lo más alejado de todo, en aquel lugar solitario. Flores secas y pasto muerto decoraban los alrededores. Daniel se sentó en frente de esta y sacó las fotos, las colocó sobre la tumba y se quedó observándolas por un rato.

Lentamente sacó su guitarra para cantar por última vez aquella canción que cantó durante cinco años para mostrar cuán arrepentido estaba a su difunta madre.

-hola mami, soy yo de nuevo- dijo débilmente.

-siempre hago esto, lo sé, pero no puedo vivir con esto mami, no puedo- su voz quebrada era lo único que se escuchaba en aquel lugar tan solitario.

-vine a cantarte por última vez- habló buscando la tonalidad correcta de las cuerdas. Una vez lo consiguió empezó a cantar.

-perdona mamá, porque mi manera no es la que quisiste- cantó recordando aquellos tiempos donde no tenían recursos suficientes para vivir, Daniel estaba desesperado por sacar a su madre adelante sin importar qué.

-haciendo dinero en malas andanzas, tú me lo dijiste- un día se encontró con unos hombres que le ofrecieron un trabajo, a cambio le pagarían muy bien. Pero no fue la mejor decisión que pudo haber tomado.

-esta vida que llevo siento que me pasa rápido y el tiempo va veloz- para el estos cinco años sin su madre han pasado muy lentos, pero muy rápidos a la vez. -y tengo que hacer cosas que otros no hicieron pa que me vaya mejor- esta gente con la que Daniel "trabajaba" se encargaban de asesinar y torturar personas a cambio de dinero. Daniel cuando se enteró quiso dejarlo de inmediato, pero no le resultó tan fácil.

-pero si viví sin dinero en la cuenta es porque prefiero morir antes que estar en una celda- la madre de Daniel falleció un mes después de que el dejara aquel negocio. Desde aquel entonces quedó en banca rota, pero prefería eso a tener dinero sucio y estar tras las rejas.

-me gusta la calle, la fama, el dinero, que la gente hable, siempre pienso en mi primero, mujeres, botellas y mis compañeros- en estos momentos Daniel contaba con una cantidad estable de dinero, pero lo gastaba como si fuera millonario. Hombres y mujeres detrás de él, al ser bisexual podía llevarse a la cama a quien quisiera.

-no puedo cambiar los tiempos, ya estamos acá- Daniel contaba con grandes amigos, no eran muchos pero eran leales. Cuando se enteraron del negocio donde Daniel estaba involucrado se alejaron, le dijeron que lo abandonara pero el se negó. En ese entonces no sabía de que se trataba hasta que uno de sus amigos le abrió los ojos. -perdona mamá, por ser un bandolero.- cantó con su voz temblorosa y sus ojos empapados en lágrimas y miró una última vez hacia la luna.

-y si el tiempo va rápido, no importa porque siempre andamos con todo el clikon- así llamaba al grupo de gente con la que se la pasaba. -tomando y cantando, de fiesta y de gira, así me la paso yo- todas las noches salía a una joda diferente, sin importar lo que dijeran, el solo intentaba ahogar sus penas en el alcohol.

Lágrimas caían desenfrenadamente por sus mejillas hasta perderse por su cuello, incluso algunas caían mojando el pasto seco alrededor de la tumba de su madre. El incesante llanto no le permitió continuar la canción, y Justo ahí decidió hacer lo que vino a hacer desde un principio.

Dejo la guitarra a un lado, subió la manga de su buzo y sacó la navaja.

-perdona mamá, porque mi manera no es la que quisiste- posicionó la navaja en su muñeca. - haciendo dinero en malas andanzas, tú me lo dijiste- y la deslizó realizando el primer corte.

-pero si viví sin dinero en la cuenta- posó el filo debajo del primer corte. -es porque prefiero morir antes que estar en una celda- realizó el segundo corte. Ya empezaba a sentir los mareos.

La sangre manchaba el pasto, los cortes eran cada vez más profundos y Daniel no podía mantener sus ojos abiertos por mucho más tiempo.

El tercer y último corte llegó, con las manos temblorosas y sangrando. Se dejó caer al lado de su difunta madre.

-perdona mamá...- acarició la tumba por última vez. -por ser un bandolero.- recitó con su último aliento.

El lugar quedó en absoluto silencio.

Una guitarra que contó la misma trágica historia miles de veces. Una tumba machada de sangre y un alma en pena divagando y ahogándose en arrepentimiento, era lo que permanecería en aquel lugar.

𝖡𝖺𝗇𝖽𝗈𝗅𝖾𝗋𝗈  (one shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora