V. Tráfico en el pasillo.

49 16 5
                                    

(Y subsiguientes complicaciones).

La autoestima puede ser muy agotadora. Quiero cortarme el cabello, cambiar mi ropa, eliminar el grano que tengo cerca de la punta de la nariz y fortalecer la definición de mis bíceps; todo en la siguiente hora. Pero no puedo hacer eso porque: (a) es imposible y (b) si hago cualquiera de esos cambios, Yoongi se dará cuenta de que cambié y no quiero que sepa cuánto me gusta.

Espero que el señor B me pueda salvar. Rezo por que su clase de Física de hoy me transporte tan lejos que logre olvidar lo que me espera al finalizar la siguiente hora. Pero mientras el señor B rebota por el salón con entusiasmo antigravitacional, yo no consigo sumarme a su desfile. Dos sesenta y cuatro se volvió mi nuevo mantra. Le doy vueltas al número en mi cabeza, con la esperanza de que me revele algo (aparte del número de un casillero). Repaso mi conversación con Yoongi e intento transcribirla en mi memoria porque no me atrevo a escribirla en mi cuaderno.

La clase termina. En cuanto suena la campana, salgo disparado de mi asiento. No sé dónde está el casillero 264 pero estoy seguro de que lo averiguaré.

Me lanzo hacia el congestionado pasillo y me abro paso entre encuentros con palmadas en la espalda y saltos hacia los casilleros. Llego al casillero 435, estoy en el pasillo equivocado.

—¡Jin! —grita una voz. No hay tantos Jins en mi escuela como para que yo pueda pensar que el grito es para alguien más. Renuentemente me doy la vuelta y veo llegar a Kim Jennie a punto de jalarme de la manga.

Ya sé qué quiere; nunca me habla a menos que quiera que participe en un comité. Ella dirige el comité de nuestra escuela donde se asignan los comités, sin duda porque es muy buena para eso.

—¿Qué quieres ahora de mí, Jennie? —le pregunto. (Ella está acostumbrada a esto.)

—El Baile de la Viuda —me dice—. Quiero que lo organices.

Me siento bastante sorprendido. El Baile de la Viuda es un evento importante en nuestra escuela y ser su diseñador significaría estar a cargo de todas las decoraciones y la música.

—Pensé que Changkyun era el organizador —digo.

Jennie suspira.

—Lo era. Pero luego se puso todo gótico.

—Genial.

—No. No es genial. Tenemos que darle a la gente la libertad de usar algo que no sea negro. Entonces, ¿vas a hacerlo o no?

—¿Puedo pensarlo?

—Tienes dieciséis segundos.

Cuento hasta diecisiete y le contesto.

—De acuerdo.

Jennie asiente, dice algo sobre meter el presupuesto a mi casillero mañana en la mañana y se aleja.

Sé que va a ser un presupuesto bastante elaborado. El baile se creó hace unos treinta años, después de que una viuda adinerada de la ciudad dejó una cláusula en su testamento donde establecía que cada año la preparatoria debía organizar un elegante baile en su honor. (Aparentemente ella era muy fiestera en su época.) Lo único que tenemos que hacer es colocar su retrato en algún lugar muy visible y (aquí la cosa se pone un poco extraña) que al menos uno de los chicos del último grado baile con él.

Al principio me distraigo con ideas para el tema de la fiesta. Luego recuerdo la razón de mi existencia al terminar las clases y continúo mi camino hacia el casillero 264… hasta que me detiene mi maestra de Inglés, quien quiere felicitarme por mi lectura de Oscar Wilde en la clase de ayer. No puedo irme sin hacerle caso, así como tampoco puedo dejar hablando sola a Wonho cuando me pregunta cómo estuvo su papel doble en el desfile de bienvenida.

Kim meets Min ✧ YoonJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora