Capitulo uno|¿Una cerveza?

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El reloj marcaba las nueve de la noche, y el ruido de este mismo me estaba volviendo loco, había veces en que quitaba el reloj solo para sentir paz, y en efecto hoy era uno de esos momentos, me dolía ya la cabeza tanto que llegue a pensar que me iba a explotar, me había tomado dos analgésicos unos minutos atrás pero claramente todavía no habían comenzado a hacer efecto, estoy fastidiado y lo causante de mi malestar es este tonto ensayo que debo entregar para el lunes sobre la arquitectura, hoy es sábado pero como no tengo planes y los domingos los uso en lavar ropa decidí comenzarlo hoy.

Me sirvo un poco de más agua y sigo tecleando en la computadora lo que ya tengo investigado, hasta que el timbre resuena.

—Michael.

—Ya voy, dame un segundo—muevo la silla un poco y me pongo los zapatos para caminar hacia la puerta aun con el bolígrafo en la mano, y ahí detrás se encuentra Jack, con un Jean y una camiseta gris— ¿Qué quieres?

—Vaya forma de recibir a tu mejor amigo—se pasa sin que yo se lo diga y se sienta en el sillón, cierro la puerta lanzando un suspiro.

—No estoy de humor Jack, tengo un fuerte dolor de cabeza, y tengo que terminar ese ensayo y pregúntame que llevo.

— ¿Qué llevas?

—Nada—levanto las manos frustrado ante mi respuesta.

Cabe decir que si lo hubiera empezado desde antes no estaría así, pero me puse a hacer otras cosas y pues he aquí las consecuencias, pero vale mucho ese estúpido trabajo.

—Oye esto de que, ¿Qué llevas? Y que tú respondas nada se puede malinterpretar, sigue con lo tuyo ignora que estoy aquí, vengo a darte apoyo moral.

—Bien, pero no hagas ruido.

El hace un ademan de cerrar su boca con un candado y tira la llave lejos.

Nuevamente frente a la computadora y mordiendo el lápiz compulsivamente escucho como se abre una bolsa de papitas y un refresco de lata, ¿En que momento abrió el refrigerador que ni cuenta me di? Es en lo único que puedo pensar, y sin despejar la vista de una copia y pega de mi nombre en la computadora le hablo. —Jack.

—Lo siento Michael pero me ha dado hambre, a parte ¿Crees tú que como conocí a tu madre se disfruta sin estar comiendo algo? Por favor, un brindis por cada vez que a Ted le va mal en la vida.

Este es mi amigo, ¿En serio?

—Hey Gina, ¿Cómo estás?, casi no te escucho, claro aquí estoy encerrado sin ninguna mujer a un lado, bueno—se ríe— a veces Michael hace unos ademanes medio femeninos pero creo que no cuenta en su totalidad como mujer, por supuesto, estoy ahí en treinta minutos, besos preciosa. —Se voltea a verme y con una gran sonrisa me dice tan calmadamente—Era Gina, que si vas a una disco.

—Ni loco Jack, tu sabes que necesito terminar esto—me niego rápidamente ante su fantástica propuesta para mover un rato este buen traserito por toda la pista, pero el deber me llama y al estilo de Rasputia le digo que no nuevamente.

—Bien—como si el resorte del sillón en donde está sentado se hubiera salido y le hubiera picado en el trasero se levanta, apaga el televiso—Iré solo entonces.

Analizando la situación un momento, pienso en lo borracho que se puede poner mi amigo y cierro la computadora—Tal vez si deba acompañarte—me paro de manera acelerada y cruzo mis brazos en jarra—Para ya sabes cuidarte después de que te tomes esas cinco cervezas que tienes como límite.

Él se ríe —Claro, pero espero verte mañana frente a esa computadora tecleando como loco, sin pararte para terminar ese aburrido trabajo.

—Si mamá—me rio— ¿Algo más?

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