—aquí es-dijo el pelirrosa después de un largo recorrido. Estaba esperando a algo.
-Wataru... la puerta... ¿se tendría que abrir sola?
-acabo de recordar que no nos han dado la llave...-no pasa nada, Wataru, la demencia no tiene límites de edad... O sí? No sé, busquen en google, que es gratis.-espera aquí onee-chan, ire con Masa-nii para que los de la llave.
Wataru salió corriendo y yo me apoyé en la pared con Haku que se durmió en mi cabeza. Me puse a escuchar música.
Pasó un rato y de la puerta más cercana a la mía salió un hombre rubio vestido de monje.-anda...una linda señorita-dijo el monje acercándose a mi.-¿ha venido a verme señorita? ¿quiere pasar?-Dijo señalando a la puerta de donde había salido. Retiro lo dicho, no es monje, es puto.
-no gracias, no quiero que me violen.
-Kaname-apareció Ukyo junto a Wataru-parece que ya has conocido a Kaori.
-ah... es ella. Es muy linda.-bueno señor, estará usted un poco perturbado pero la vista la tiene bien.
-bueno, Kaori, aquí está tu llave-dijo Ukyo ignorando a Kaname.
-gracias majo-Ukyo me miró extrañado. abrí la puerta, ya dentro, vi todas mis cosas puestas en cajas.
Tampoco es que tenga el síndrome de Diógenes pero mis cosas dan para llenar ocho cajas grandes y una bolsa de basura.
-onee-chan tiene pocas cosas-dijo Wataru entrando.
-no creas, a ver...-dije repasando- tres cajas de ropa, no me la he traído toda porque no hace falta. una caja con mis cosas del instituto (mochila, lapices, material de dibujo y mierditas varias) otra caja con las cosas de Haku y una caja con el ordenador, tableta gráfica, mangas etc. sip, está todo.
-bueno-dijo Masaomi (el cual no sabía que estaba aqui)-te dejamos ordenando tus cosas, encima del escritorio tienes un mapa para no perderte, nos vemos en la cena.
se llevó a Wataru y cerró la puerta detrás de él.Yo mientras tanto, me puse manos a la obra.
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𝕲𝖗𝖔𝖜 ¬Brothers Conflict-
FanfictionLa madre de Kaori no se fiaba de dejar a la joven sola durante los 8 meses que pasaría en África, por lo que la dejó al cuidado de una de sus compañeras de trabajo, Miwa Asahina, que a su vez la dejó al cuidado de sus dos-cientos mil hijos.