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El primer día de instituto luego de dos meses y medio en un descanso de mierda (porque, seamos sinceros, sesenta días no eran suficientes para descansar luego de ser torturados psicológicamente a base de exámenes sorpresa y proyectos imposibles), era posiblemente el día más emocionante en la vida de un adolescente promedio; o al menos uno de nuevo ingreso, porque para alguien que llevó dos años en ese infierno de trabajos, exposiciones y maquetas, el primer día luego de vacaciones era de todo menos emocionante.

Pero aquí estaba TaeHyung, un pobre bichito iluso que se creía el cuento de "el último año es el mejor". Caminando junto a demás adolescentes que posiblemente iban al mismo destino, con una sonrisa nerviosa en el rostro ya que no sólo era un año más en el instituto, sino que era EL último año en el instituto.

Oh, nos estaremos preguntando, ¿y eso a quién mierda le importa? Pues tiene una explicación. Y es que en ciertos clubes (como es el caso del suyo) buscan formas de incluir a los de nuevo ingreso mediante una mecánica que ha sido mantenida durante años. Los de tercer año, que en teoría debían ser más experimentados que el resto, se encargan de guíar a un alumno de nuevo ingreso de su club, obviamente. TaeHyung ya fue el mocoso nuevo que aprendió a no fracasar en las actividades del club gracias a un senior, y ahora era su turno de hacerse el maduro frente a lo que él supondría que sería un crío; después de todo, son de primer año.

TaeHyung avanzó por los pasillos que estaban abarrotados de alumnos nuevos y alumnos no tan nuevos, junto con uno que otro profesor. TaeHyung no era alguien especialmente amante de las multitudes, le hacían sentir asfixiado, como un pez fuera del agua, por lo que giró rápidamente por un pasillo vacío para librarse de tanta gentuza. Apenas se dio cuenta de que alguien iba a su dirección con la misma prisa cuando ya estaba de culo contra el suelo.

Dios sabrá que fuerza sobrehumana tendría el tipo con el que chocó como para que lo sacara volando como una pluma. Alzó la mirada al notar que el hombre, intacto, lo rodeaba para continuar su camino, pasando totalmente de su presencia.

-Eh, tú, ¿no vas a disculparte?

Jaló la tela del pantalón del sujeto, consiguiendo que finalmente sus ojos lo miraran como si quisiera arrancarle la cabeza. Por instinto, TaeHyung se encogió en su lugar.

-Tú chocaste conmigo, no tengo que disculparme de nada, hazte a un lado.

El castaño abrió la boca con total indignación como si hubiesen insultado a su propia madre, ¿cómo podía existir alguien tan grosero? Y lo peor era la forma en la que lo miraba como si le hubieran salido tres cabezas. El chico hizo ademán de irse, pero Kim fue más rápido y se levantó del suelo, bloqueando su paso.

Oh, ops, ahora que estaban frente a frente, era más que obvio que el azabache no sólo era más robusto, sino que le llevaba casi una cabeza de altura. No, Kim TaeHyung, gira y vuela de ahí antes de que te hagan una rinoplastia de un golpe. Kim tragó saliva, sopesando la idea de hacer caso a las chinchillas que gritaban en su cabeza.

-Oye, no quisiera ser yo quien lo diga, pero eres un imbécil, ni siquiera te detienes a preguntar cómo me encontraba.

Una de las perfectas cejas del pelinegro se alzaron, y ahí fue donde Kim supo que había cavado su propia tumba.

-¿Cómo me llamaste?

Las mismas voces chillonas de su cabeza gritaron "huye, TaeHyungie, huye antes de que destrocen tu bello culo". Sí, haría caso a esas vocecitas antes de que su futuro como actor se vea arruinado por una nariz rota o un labio abierto. Tampoco es como si fuera el Rey Misterio peleando; incluso el más débil podría tenerlo rogando piedad con una mirada.

Jeon JungKook, alias Mr. Perfecto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora