#38

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Noche dos.

A pesar de toda la tortura que el Rey le había hecho pasar, Jimin no soltó ni una sola palabra, sabía que era psicológico, que su cuerpo no sufría de verdad a pesar de lo real que se sentía el dolor, pero no pudo evitar no llorar o gritar. Podía soportarlo, solo si con eso podía hacer que dejen en paz al brujo y al príncipe.

—Te lo pregunto por milésima vez este día, ¿Dónde está Jungkook?— dijo el Rey, estaba empezando a exasperarse. Llevaba todo el día sentado frente al tritón de cola rosa, pero este no soltaba nada más que quejidos de dolor. Cansado de lo mismo, decidió levantar la tortura para hablar más cómodamente.

—¿Al fin aceptó que yo no sé nada?— dijo Jimin entre jadeos cuando dejó de sentir las horribles punzadas.

—Si, me cansé de esperar— admitió —Pero te daré una última oportunidad para que no te lleve al castillo a vivir la verdadera tortura.

—Que considerado— murmuró el pelirrosa, respirando hondo para tratar de recuperar su energía.

—¿Qué hizo que todo el mundo olvide quién es Jungkook?— preguntó con un tono de voz mucho más grave —Responde y no te enviaré al infierno del mar.

—Yo no tengo ni la más mínima idea de lo que me habla— dijo sin titubear, enfrentándolo con la mirada. Con esas palabras estaba más que seguro que había cavado su propia tumba, porque al oírlo el Rey se puso rojo de la cólera.

Furioso por la osadía del pelirrosa, el Rey Tritón levantó su tridente, listo para darle verdadero sufrimiento. Jimin cerró los ojos, esperando que su vida acabara al momento que el Rey lo decidiera.

Y esperó, pero por un buen rato no pasó nada. Escuchó unos alaridos a lo lejos, gritos de dolor y completo terror. Al abrir los ojos, vio que el Rey trataba de ver qué ocurría a sus espaldas. Jimin siguió su mirada hasta toparse con una enorme nube bajo el agua, como tinta negra esparciéndose por ésta.

—Tú y yo nos vamos— dijo el Rey tomando la cuerda y tirando de ella para llevarse al pelirrosa con él.

—¡¿Qué?! ¡No!— gritó el tritón cuando empezó a ser arrastrado, forcejeando para soltarse sin éxito.

—Maldita sea, duérmete— dijo y lanzó un hechizo al menor, quien rápidamente sintió sus párpados pesar aunque él no quisiera dormir. Echó un último vistazo a la nube negra, sabiendo exactamente quien la había provocado y simplemente sonrió aliviado.

"Al menos Yoongi estará bien" pensó antes de caer dormido.



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Día tres.

Sintió un fuerte golpe en su abdomen, lo que lo hizo despertarse repentinamente.

—Oye, jodido idiota, despierta— escuchó una voz desconocida delante suyo. Levantó la vista y aún acostumbrando sus ojos a la poca luz que entraba en ese lugar, pudo ver que estaba en un pequeño cuarto, más bien calabozo, con dos guardias que lo miraban frunciendo el ceño.

Quiso tocarse la zona en donde había recibido el golpe, pero fue en ese momento que se percató de que tenía todas sus extremidades atadas a la pared, no podía moverse y su torso estaba expuesto.

Empezó a recordar cómo llegó ahí.

—¿Cuánto dormí?— preguntó a riesgo de ser golpeado. El guardia que lucía más relajado respondió.

El mar donde pertenezco「Sukook」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora