♧Uratanuki♧

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Esta maldita timidez no me deja articular ni una palabra ¡Espera, de verdad tengo algo que decirte!

Tendré que ser directo, dime, ¿Hay alguien que te guste?

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En el caso, y, sólo suponiendo, que el joven de ojos esmeraldas y de cabellera castaña, entre toda su terquedad y personalidad huraña, aceptara tener ciertos sentimientos especiales por cierta chica, amiga y compañera de escuela, ¿Cuál sería el siguiente paso?

Se llegó a preguntar si existía un tipo de manual para estas ocasiones, como esos tutoriales que vienen antes de todas las partidas oficiales en los videojuegos, de los cuales ambos eran igual de fanáticos.

Los sentimientos que guardó en su pecho tomaron colores brillantes a favor de aquella hermosa chica que todos los días lo acompañaba de regreso a casa, y que, de paso, era su fiel compañera en los juegos en línea, además de camarada en los animes y mangas. En todas partes, eran ese tipo de amigos que no se les podía imaginar separados, por más peleas que tuvieran y eso fue, quizás, lo que fue enamorando al joven de hebras castañas y de temple alto.

No estaba seguro, pero no podía comparar la emoción que le ganaba cada que ella le dedicaba una sonrisa a esas ocasiones en donde él solo lograba vencer al jefe final en un juego. Ambos le ponían el corazón a mil por hora, pero la diferencia era tan abrumadora, que, de un tiempo para acá, Urata prefería escuchar el día de la chica en lugar de pasar el tiempo en una partida en línea.

Su dulce voz le llegó a calar hasta los huesos, en un momento lo puso de rodillas y desde entonces, su mirada esmeralda sólo puede tornarse de un brillo especial cuando ella está en su camino.

Era su primer amor, algo similar a un exquisito dulce que Urata se determinó a no perder, y cuanto antes, confesarse. Sin embargo, había un problema; todas las noches creía tener el valor de decirle que le gustaba, pero cuando llegaba la hora, él siempre negaba, y con una mezcla de nervios y colera, le pedía a la joven que olvidara todo, que no tenía nada que decirle.

Volvía a casa con la cabeza gacha y con sus sentimientos colándose por entre los dedos de sus manos. El dolor y decepción eran insoportables y más aún la incertidumbre sobre lo que ella sentía.

Había cambiado, se percató. No era tan terco como para negar su obvia atracción por la joven de cabellos azabaches y ojos morenos. Le resultaba muchísimo más hermosa que ninguna princesa, y más hábil e inteligente que ninguna otra guerrera.

Era nuevo en estos temas, lo admitió tras muchos intentos fallidos. No sabía qué pensaba su amiga y le daba demasiada pena el preguntarle, además, ¿Cómo lo haría? No podía llegar de la nada y comenzar una plática tan bochornosa para él, que sólo contaba con diecisiete años. Pensó que seguramente estos temas eran bastante normales para ella, pues no le costaba nada en admitir que era mucho más madura; siendo esta una de las infinitas razones que lo enamoraron.

My first love ━ USSSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora