Capitulo VI

42 1 0
                                    



— Tu café — indico dejando la taza sobre el escritorio.

— Gracias — comente mientras continuaba leyendo los informes que Angelica había traído minutos atrás. — No hay nada fuera de lo normal — pegue un sorbo al café.

Gemí de gusto cuando el líquido hizo contacto con mis papilas gustativas. Nemesis se carcajeó de manera tierna ante mi gesto, lo que causo que un sonrojo leve se instalara en mis mejillas.

— Algo tiene que existir, Hall... algo que no estamos viendo, pero está ahí, presente — susurro, pensativa. Mientras un mechón de cabello negro le caía sobre el rostro.

—Me llevare algunos informes a casa, para evaluarlos. Siento que estamos en un punto ciego, sin retorno.

—Es un punto ciego — afirmo, mientras sus ojos negros topaban con los míos —, pero no por ello es imposible avanzar de él. Me llevare el resto de los informes. Si trabajamos en equipo vamos a poder hacer esto mejor.

—¿Estás diciendo que no somos un buen equipo? — interrogue, fingiendo estar ofendido.

—¡Que va! Somos un pésimo equipo, tan, pero tan, pésimo equipo, que hasta el ADN tenemos ya registrado entre nuestras gargantas. Sabes... creo que tendremos que reforzar el vínculo — me miro picara, mientras una sonrisa coqueta se le instalaba en la comisura de los labios.

—No quiero saber... — negué horrorizado. Teniendo en la mente una idea de por dónde iba la broma.

—Reforzaremos el vínculo... — insistió, aun cuando yo había expresado mi posición — cuando tus gemidos se mezclen en el eco de una habitación, junto con los míos.

La mire estupefacto y alterado. Esas palabras escucharlas directamente de ellas me hacían sudar y la piel se me ponía de gallina. Solo el imaginar la escena me daba un calor agobiante. Porque conocía su sabor, su calor y su olor. Conocía parte de ella y me gustaba lo que conocía.

Habían trascurrido dos semanas desde que fuimos a ese viaje fugaz, uno en donde nos sancionaron por no haber informado antes de la decisión. Y de esas dos semanas, yo llevaba una semana masturbándome con la imagen del extraterrestre, recordando cada parte de ella, invocándola y volviéndome loco por el deseo que había despertado en mí. Era una bruja, una condenada bruja encantadora que me tenía loco.

Pero no podía dejar que ella lo supiera, no quería arruinar las cosas por un calentón de mierda. Mi trabajo estaba en juego y ella era la sobrina de mi superior, no estaba tan desquiciado para asegurar mi muerte. Aun tenía control y rogaba internamente para que continuara de esa forma.

— Anda, Merill... que necesitas que te den una buena noche para que dejes de pensar en mí, bebé. — Me mofe. Intentando con todo mi ser no perder los estribos, intentando contenerme para no colocarme de pie e ir a hacerle lo que no se imaginaba.

—Probablemente tengas razón, Hall. Pero... ¿y si te quiero a ti?

—Cómprate un consolador y piensa que soy yo — le guiñe el ojo coqueto, intentando guardar los informes de manera rápida en mi maletín. Necesitaba salir inmediatamente de esa oficina.

Soltó una carcajada, mientras sus mejillas se tornaban rojas.

—Vaya forma de flirtear en el trabajo, ¡eh! — comento aun riéndose.

—Detective... — llamaron a mi puerta.

Reconocí esa voz al instante.

—Dime, Angelica — sonreí de manera amable en su dirección.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 19, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Secreto De NotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora