Capítulo IV

111 8 0
                                    



— ¿En dónde se supone que está el hotel? — gruñí.

— Según el GPS, estamos frente a él... — susurro consternada.

Observé el alrededor, sólo para terminar de cerciorarme que no estaba viendo mal a causa del cansancio o del estrés, y es que el ojo derecho estaba empezando a saltarme cual típico tic nervioso a causa de la alteración del mismo sistema.

Pegué un suspiro intentando serenarme, apreté los puños. «Tranquilo Hall, tranquilo. El mundo es muy bonito. Es precioso, al igual que las mujeres, quienes son bonitas y necesitan de tu belleza, no puedes perder tu belleza ¡No tu belleza, hombre!». Abrí los ojos lentamente, un cinco por ciento menos alterado del cien por ciento de lo que me encontraba minutos antes.

El sonido de los grillos con su singular canto, haciéndole compañía al silencio de la oscura y fría noche, junto al característico sonido efectuado por el viento chocando con las ramas de los frondosos árboles a nuestro alrededor, no me ayudaba en absolutamente nada.

— Pero si ingrese bien la información — gruño peleando contra el mugriento aparato del automóvil.

Cri... Cri... Cri... Cri...

Cri... Cri... Cri... Cri..

— ¡Maldito aparato!

Cri... Cri... Cri...

«Respira, respira»

— ¡Agh, por el infierno!

Cri... Cri...

«No pasa nada, todo está bien»

Cri... Cri...

«Todo tiene solución»

Cri...

— ¡Mierda!

Cri...

— ¡Ya para maldita sea! ¡Deja ya ese mugriento aparato! ¡Esto, es jodidamente inaudito! — termine de explotar.

— Te prometo que ingrese bien los datos ¡No sé qué demonios está sucediendo! — lloriqueo llevándose las manos al rostro sonrojado que contenía su pequeña rabieta.

— Y yo te creo. — Mentí — Pero en lugar de estar luchando con ese aparato del demonio, yo estaría conduciendo en búsqueda de... ¡Un jodido hotel!

Pegué un suspiro intentando serenarme una vez más. Era muy explosivo cuando estaba en situaciones que provocarán estrés, y desde que ese jodido extraterrestre llegó a interrumpir mi rutina, vivía en constante tensión. Y la palabra calma había desaparecido de mi vocabulario.

No hubo alguna expresión más de su parte. Y el silencioso nos invadió una vez más, el sonido que ya había descrito anteriormente hizo que los pelos se me pusieran de punta. A cierto punto el sonidillo se volvía tétrico y tenebroso.

Busque su rostro, pero se encontraba meditando, tenía los labios apretados, y respiraba a un compás que indicaba que estaba realizando ejercicios respiratorios.

La escena se me torna cómica y tierna, debido a que sus pestañas negras tocaban sus pómulos pálidos y resaltados debido a su delgadez, y esos labios se me tornaron increíblemente apetecibles de un minuto a otro. Y no voy a mentir, el sueño que había tenido en la mañana me había dejado inquieto, con dudas que quería resolver en la práctica, quería a ese espécimen de mujer entre mis sábanas, gimiendo mi nombre y arañándome la espalda.

¡No Hall, no! ¿Cómo estás pensándote tremenda barbaridad? ¡Reacciona, hombre! ¡Reacciona!

El sonido del automóvil arrancando me trae de vuelta a la realidad, y despabiló los pensamientos indecorosos de mi mente.

Secreto De NotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora