Capítulo 5 - Despedida

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- ¿Pero qué? - dije ya sentada en la cama, me había dormido después de volver del colegio y algo me había despertado de un susto.

- ¡¡CARIÑO!! Que bajes a comer y a despedirte, recuerda que hoy tu papá y yo nos vamos de viaje - gritó mi mamá desde el primer piso, ahora sabía que me había despertado.

Siento la cabeza pesada, como si se negara a levantarse de la cama, así que me recuesto otra vez y como si me hubiera leído la mente, mi madre volvió a gritar.

- ¡WENDY! No te vuelvas a acostar, a menos que quieras que contratemos a la señora Aida para que te mantenga vigilada mientras no estamos - fue más que suficiente para levantarme y ponerme las babuchas para poder bajar, me detuve al verlas por un momento... eran unicornios rosados con un cuerno del color azul opaco, casi oscuro, y para completar sus bocas eran donde entraban mis pies "me moriría de vergüenza si alguno de mis compañeros las viera alguna vez..." me detengo nuevamente a verlas por un segundo más "ni siquiera combinan los colores" pienso mientras bajo las escaleras.

Una vez Michelle se había quedado en mi casa y las había visto, fueron semanas de humillantes bromas, desde entonces se había quedado más seguido y finalmente se había acostumbrado a ellas, incluso una vez bajó primero a desayunar y se las llevó puestas, recordé con recelo.

- La señora Aida nunca aceptaría - le aseguro a mis padres mientras llego a la cocina - a ella solo le gusta asustar niños y sacarlos de su jardín para... - me paralizo al ver a la señora Aida en la cocina junto a mis padres, quienes parecían estar arrepintiéndose de tener una hija.

- Discúlpela señora Aida, cuando era pequeña se nos cayó de cabeza - se intenta disculpar mi padre con nuestra vecina, aunque a mi parecer fue más una traición. La señora Aida es una persona muy misteriosa y espeluznante si me lo preguntaban, pero a la que tengo que soportar, mis padres son amigos de ella, o por lo menos hasta el momento, no sé qué piense la vecina de ellos al escucharme hablar así de ella.

- Eso explica mucho su comportamiento señor Banks - le responde nuestra vecina con un tono más raro de lo normal, mirándome sobre la taza de café que tenía entre las manos - había notado su inusual comportamiento antes.

Abro la boca para replicar pero mi padre se adelanta y saca a alguien detrás de la pared donde no alcanzo a ver, me quedo congelada donde estoy. Era Oliver. Lo miro con los ojos muy abiertos, y lentamente mi mirada cae a mis pies. Llevaba puestas las babuchas de la humillación, dos unicornios comiéndose mis pies. Siento como mi cara se vuelve roja.

Me muevo rápido, casi corriendo para hacerme detrás del mesón y tapar mis pies, estoy consciente de que solo me taparía la mitad pero algo es algo, noto que Oliver lleva un buzo diferente al de la mañana, uno más gris... que no le hace resaltar tanto los ojos, pero que aun así le queda bastante bien, incluso tal vez... y solo tal vez, un poco sexy.

- Wendy ¿entonces estás de acuerdo? - la voz de mi padre me saca de mis pensamientos.

Cuando giro para verle me doy cuenta que toda la habitación me está viendo expectantes de una respuesta. Siento como el calor vuelve a mis mejillas.

- Si, está bien, por mí no hay ningún problema - acepto rápido sin saber en lo que me estaba comprometiendo.

- Excelente, entonces todo está arreglado - dijo mi padre y se acercó a mí, me da un beso en la frente, se gira para recoger unas maletas del piso y dirigirse hacia la puerta con mi madre a unos pasos.

En ese momento veo que mis padres están empacando las maletas en el carro y debo ir a despedirme, iba hacerlo cuando recuerdo la razón por la que me escondo detrás del mesón, dudo un momento de ir "bueno no es como si nunca se hubieran ido por unos días" me digo a mi misma para no sentirme mal por no despedirme.

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⏰ Última actualización: Sep 16, 2020 ⏰

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