De amor entre la madrugada

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One Piece ni sus personajes me pertenecen.

Nota: Este oneshot fue un ensayo para una historia más larga que quiero escribir, donde tanto Ace como Marco son integrantes de la marina.

"Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente solo."
Vicente Aleixandre, fragmento de Se querían, 1935.

Marco descansaba en una de las habitaciones vacías de la enfermería. Su turno había finalizado hacía una hora, pero no tenía ánimos de volver a su habitación. Un turno de 12 lo hacía perder muy rápido el interés en caminar más de lo necesario, y hacer cosas mundanas como quitarse el uniforme o los zapatos. Observaba el techo sin poder conciliar el sueño. Sus pies punzaban y protestaban dentro de sus zapatos blancos y cerrados. Eran horribles, pero necesarios.

El hospital naval en el que se encontraba estacionado Marco estaba alejado del centro de la ciudad, pero aun así podía escuchar el bullicio y la explosión de la pirotecnia. Mucha gente estaba afuera en las calles bailando, bebiendo y comiendo por el aniversario de la Batalla de los once años, la fiesta más grande de la Isla.

También había acordado ver a Thatch en su casa esa noche, pero esperaba que lo disculpara, no pensaba moverse de esa cama ni aunque ocurriera un terremoto. Ya lo encontraría mañana y le curaría la cruda como disculpa.

Acomodó su brazo derecho atrás de la almohada y una sonrisita se dibujó en su cara. ¿Qué estaría haciendo Ace esa noche? Sería la primera vez que presenciara aquella fiesta, seguramente no se la perdería por nada. Quizá bailaría con alguna de las enfermeras. Bebería con su amigo Deuce hasta vomitar. Compraría toda la comida chatarra que cupiera en sus manos y la guardaría en su cuarto. O quizá se metería en otra pelea y lo castigarían de nuevo.

Sin importar cómo decidiera Ace pasar su día libre, Marco no dejaba de sonreír. Habían pasado cinco días desde que lo había visto, pero no podía olvidar la última vez que lo vio: el rubor de su rostro pecoso, aunque en ese momento fuera un rubor mezcla rabia mezcla excitación; su mirada, con sus ojos abiertos como platos, como un animal a punto de reaccionar, pero que no sabe si lo que se acerca es una caricia o un golpe; y tampoco podía olvidar sus labios, húmedos de tanto relamérselos, y con un toque amargo de cerveza.

Una lástima, pensaba Marco. El tiempo sólo le alcanzó para memorizar tan pocos detalles del Teniente Portgas antes de que fuera obligado a zarpar en un barco escolta.

Hasta esa tarde, hace cinco días, el doctor y el teniente no habían sido más que muy buenos amigos. Ahora, Marco no sabía si quería seguir siendo solo un amigo. Mientras le daba vueltas al asunto, le dio la bienvenida al sueño reparador. Estaba a punto de caer dormido cuando la cortina que rodeaba la cama se abrió de forma abrupta.

— ¡Marco! — gritó Ace en voz baja.

El aludido soltó un gemido y se giró para darle la espalda.

— Marco, ¡vamos a la ciudad! ¡Te he estado buscando por toda la base!

— No — gimió Marco.

— ¿Por qué no? — acusó indignado, mientras tomaba un pie del doctor y comenzaba a jalarlo para sacarlo de la cama.

— No quiero. Estoy cansado — zarandeó su pie para zafarse del agarre de Ace.

Ace soltó el pie de Marco, quien de inmediato lo volvió a meter a la cama, sin importarle que estuviera ensuciando las sábanas. Marco se había acurrucado en el otro extremo de la cama, así que Ace se sentó en ella.

De amor entre la madrugada [Marco/Ace]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora