prólogo

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Hera hija de los titanes Cronos y Rhea, la diosa del matrimonio, el hogar, la familia y reina del Olimpo, se encontraba mirando furiosamente a su marido Zeus, Dios de los cielos, el rayo, la lluvia y Rey del Olimpo.

¿La razón? Su marido habia revelado la existencia de otro hijo semidios. Al parecer su marido no podia dejar de montarle los cuernos a diestra y siniestra con lo que se le cruzara, era algo muy frustrante si le preguntaban, mas que nada porque debía planear como matar a los hijos no deseados de su inepto esposo.

Sin duda esta vez sería un problema, el niño llamado Naruto, como habia dado a conocer su esposo, se encontraba en otro mundo conocido como naciones elementales, un mundo donde existían los ninjas o como a ellos les gustaba llamarse shinobis con la habilidad de poder de controlar los elementos por medio del chakra, una mezcla de la energia física y la energía espiritual. Eran seres a temer, ella lo sabía, había visto con sus propios ojos como varios Shinobis alcanzaban el poder divino. Un escalofrío recorrió su espalda cuando la imagen de un hombre de cabello negro montando un gran zorro de nueve colas paso por su mente.

Si de por si solo los Shinobis resultaban ser poderosos, habia que sumarle el plus de poder controlar el poder de 9 grandes seres. Los bijus. Seres hechos de puro chakra. Si lograbas controlar el poder de uno de ellos, podrías luchar mano a mano contra varios olímpicos, incluso derrotando a algunos cuantos. Su propio esposo tendría problema contra el sujeto que lograra controlar el poder de la bestia más poderosa, el Kyubi. Curiosamente, el nuevo hijo de Zeus era su contenedor.

—No puedo creer que sigas con las infidelidades, incluso después de nuestro juramento, hermano—hablo un pelingro con ropa de playa, la burla en su voz era notable, cosa que lo hizo ganarse una mirada sería de parte de Zeus.

—con que derecho lo dices Poseidón—hablo zeus acomodándose en su trono. Al frente suyo se proyecto la imagen de su hijo, ganandose las miradas de los dioses presentes.


—Se parece mucho a ti, padre—está vez hablo un pelirrubio de ojos azules. Apolo, dios del sol, y hermano gemelo de la diosa de la Luna, Artemisa.

—por lo que nos contaste, es el Jinchuuriki del kyubi, ¿no?—hablo un hombre de cabello negro, ojos azules con un toque divertido brillando en ellos. El era Hermes, Dios de de los mensajeros, viajeros, y ladrones.

Zeus asintió levemente. En el rostro de Hera se formó una diminuta sonrisa, sus ojos ganaron un brillo siniestro.

—Sabrás entonces el peligro que representa para el Olimpo—dijo Hera, llamando la atencion del resto de Olímpicos. Conocía perfectamente a su marido, lo paranoico que podria resultar siendo, no dudaria ni un segun en acabar con la vida del niño si lo convencia que era un peligro para su mandato—. Ese niño tiene el poder de un ser tan peligroso como Crhonos. No sería conveniente tenerlo con vida.

—Se lo que tratas de hacer, Hera—dijo Zeus, mirando con cierto fastidio a su mujer—. Lo he observado desde antes de que siquiera pudiera caminar, 13 años, ese ha sido el tiempo que mi hijo ha sufrido por ser un héroe. Si no fuera por el, esa aldea fuera ceniza. Y aún así, se ha mantenido leal a sus ideales, ha protegido ese lugar con su vida, por las pocas personas que considera amigo. Naruto no es como cualquier otro semidios, es especial.

—Es alguien inestable, querido. El poder de ese zorro esta lleno de odio y ansias de destrucción.

—Madre tiene razón, padre—hablo un pelinegro, vestía con la ropa de cualquier motociclista de poca monta que podrías encontrar en la calle. Lo único diferente, eran sus ojos totalmente vacíos, excepto por las llamas que podrías observar arden en ellos—. Con mucho gusto me haría cargo. Necesito estirar los huesos.

El Hijo Del Rey De Los Dioses: el Ladron Del RayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora