Primera confesión.

238 14 2
                                    

Tiene la autoestima tan baja, y el espíritu tan roto, que no se suicidaría por temor a lo que digan los otros.

El primer día en que te vi, esa vez cuando te conocí no pude evitar agachar la cabeza y esconderme entre mi cabello.

¿Por qué?

No pude evitar sentirme mal, viendo a las demás mujeres que estaban a tu alrededor; ellas sí eran bellisímas, no como yo: una gorda, fea, antisocial, aburrida, ahombrada y para nada inteligente adolescente.

Sentía vergüenza de mi misma, por ser un desastre.

Sabía que me rechazarías y sentirías asco por mi; pero aún así no te aparte la mirada.

Confesiones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora