|Parte Única|

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—Te escuché gritando... ¿Fue una pesadilla otra vez?

Las pesadillas... ¿las pesadillas describían realmente lo que observó alguna vez? Más precisamente, podrían ser recuerdos retorcidos por su subconsciente para convertirlos en una visión más aterradora de lo que en verdad había ocurrido, siendo un reflejo del miedo que había sentido en ese momento.

Pero... en ese momento no había sido capaz de sentir nada. De sentir que los taladros le abrían el cerebro, de sentir la agonía que habían padecido a veces cuando buscaban probar su resistencia, de sentir las agujas perforar su piel una y otra vez...

—¿Izuru? —Komaeda susurra, levantando una mano para cepillarle el flequillo. Kamukura sabe que siente el sudor allí, y sabe que no puede quitárselo fácilmente. Pero eso fue lo que hizo Komaeda; lo hizo todo más difícil, y más interesante, más atractivo, sólo por estar allí.

—Estoy bien —Él dice de forma breve, tirando de la mano de Komaeda hacia abajo, lejos de su flequillo empapado de sudor. La cara de Komaeda parpadea por un momento, y desciende la mirada—. Por favor, perdóname por despertarte. Te aseguro que no fue nada.

—... No sonó como nada. —Komaeda murmura, acercándose a él. Entrelazando su mano con la suya, mirándole suplicantemente. Él insiste en ese tipo de muestra de intimidad... y aunque sea sólo un muestra, le hace sentir mejor, casi como un actor cayendo demasiado profundo en su papel.

—Izuru...

—Parece que el hecho de que esté aquí en este momento está interrumpiendo tu patrón de sueño —Kamukura habla en voz baja y con determinación, levantándose rápidamente de la cama, dejando que la cálida mano de Komaeda se deslice sobre la suya—. Me retiraré por un tiempo, entonces. Preferiría que durmieras en paz. — Deslizándose en una larga túnica, sale de su dormitorio, dirigiéndose a la cocina, sólo para escuchar los pasos de Komaeda detrás de él.

—Izuru... No puedo... No puedo dormir sin ti allí. —Él miente, y ambos saben que Kamukura sabe que es una mentira.

Aún así, Kamukura suspira con cuidado, pasando una mano por su pelo como habitualmente hace, los dedos girando en las puntas en lo que alguien que no supiera lo que realmente era, pensaría que era un signo de irritación o ansiedad.

—¿Quieres algo que te ayude a dormir, entonces? —Dice con calma, y Komaeda se encoge de hombros, sosteniendo una almohada en su pecho.

No puede evitar notar lo adorable que se ve Komaeda así... medio vestido y con el pelo alborotado por un sueño agitado, sosteniendo una almohada en su pecho como si fuera un animal de peluche. Es una visión calmante.

—... Podrías hacernos chocolate caliente, o cualquier cosa. —Komaeda murmura, mirando al suelo. Una respuesta predecible, pero no mala. Kamukura se gira, comenzando a hervir el agua mientras Komaeda toma asiento.

El silencio entre ellos es común, pero reconfortante. Él obtiene consuelo en su presencia, y asume que Komaeda hace lo mismo, por cualquier razón que ni siquiera él puede comprender. Tenerlo cerca... es seguro, y tranquilizador, y reconfortante, y calmante.

Kamukura no debería ser capaz de sentir tales cosas. Y aún así, lo hace.

Komaeda lo llama 'amor'. Kamukura no sabe exactamente cómo definirlo. El amor... debería ser una cosa más allá de su alcance. Y aún así, con Komaeda eso era posi...

—Ah, Izuru... —Murmura, sacándolo de sus pensamientos—: Te compré unos mini malvaviscos. Lo sé... Sé que te gustan en tu chocolate caliente. Es una suerte que los haya comprado antes, ¿no?

Kamukura mira hacia atrás y le ofrece la más breve de las sonrisas. Komaeda adora sus sonrisas, por alguna razón.

—No es suerte. Simplemente fuiste amable y considerado, Nagito. —Es interesante, cómo Komaeda piensa en él en detalles tan diminutos. Es cierto, resulta que disfruta más de su chocolate caliente después de que las bolas de azúcar se derriten en él, haciéndolo más dulce.

No More Nightmares 「KamuKoma」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora