Jiang Yanli y Jiang Cheng nunca olvidarán ese día lluvioso cuando su padre llegó a la mansión con un niño de ropajes sucios y el cuerpo delgado por falta de comida. Los ojos del infante miraban asustado su nuevo entorno, sin embargo había algo mas q...
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Morir aplastado, jamás fue tan tentador.
El intenta con todas su fuerzas no reírse de su hermano, jura que pone todo su esfuerzo en no hacerlo y menos, frente a su cara atareada mientras le cuenta lo que le pasó.
Pero no lo logra.
Así que, el menor una vez que escucha el bufido, seguido de una carcajada, frunce el ceño sintiéndose indignado. Se suponía que su hermano mayor no iba a burlarse.
-No es gracioso-masculla Lan Wangji esperando que su hermano mayor deje de reírse.
-Lo siento Wangji...no pude contenerme-se disculpa limpiando una lagrimilla de su ojo, el mayor toma la taza de café y la lleva a sus labios para tomar un sorbo.
Lan Wangji llegó pasada las nueve de la noche después de ir con su novio a la boda de su ahora cuñada, para ese momento él ya se había ido a dormir. Así que, en la mañana durante el desayuno, fue el momento perfecto para que pudieran hablar y así poder escuchar lo que ocurrió en la boda. Regularmente, ambos se acostaban a las nueve y se levantaban a las cinco, era una costumbre familiar, de esa forma también se aseguraban de mantener sus cuerpos descansados.
Obviamente Lan Wangji ese dia hizo una excepción y regresó dos horas después de su hora de dormir.
Lan Xichen era director del hospital de la familia y Lan Wangji había entrado a trabajar apenas logró graduarse. Tenían vidas que salvar y curar, debían estar descansados a la hora de atender a sus pacientes.
Lan Xichen estaba muy feliz por su hermano menor, él estaba consciente de los sentimientos que tuvo Lan Wangji por Wei Wuxian desde hace muchos años atrás. Después de todo, él fue quien se escabulló a la universidad y ayudó a robar los chocolates del casillero de Wei Wuxian durante los años que Lan Wanji estuvo estudiando.
Aún recuerda el rostro confundido de su padre, cuando fueron descubiertos en la habitación de Lan Wangji, llenando las bolsas de basura con cajas y montones de chocolates seguramente hechos a mano.
-Me siento feliz que mis hijos sean tan populares, pero... ¿no creen que es algo cruel? Tantos sentimientos envueltos en esos chocolates-su padre, pensando que todos esos detalles y azúcar se les había entregado a ellos por san valentín, sonríe divertido y nervioso después de un silencio incómodo a los minutos de haber sido descubiertos.
Lan Wangji frunce el ceño-No-soltó rotundamente, para volver a su tarea: lanzar a la bolsa de basura todos los sentimientos de una gran población estudiantil, femenina y masculina. Su padre quedó congelado en la puerta por la respuesta, Lan Xichen solo continua con su trabajo divertido.
