Jiang Yanli y Jiang Cheng nunca olvidarán ese día lluvioso cuando su padre llegó a la mansión con un niño de ropajes sucios y el cuerpo delgado por falta de comida. Los ojos del infante miraban asustado su nuevo entorno, sin embargo había algo mas q...
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Advertencia Cuidado con los muslos.
Si había algo que a Jiang Cheng le molestaba y lo traía de los nervios, era su hermano adoptivo: Wei Wuxian nombre de nacimiento Wei Ying. Podía recordar como si hubiera sido ayer como su padre llegó repentinamente en un día lluvioso con un niño de su edad.
Delgado, pequeño, sin una maleta y escondido detrás de las piernas de su progenitor como un cachorro herido y asustado.
-A-Ying, ellos son mis hijos y tus nuevos hermanos, Jiang Cheng y Jiang Yanli. Vamos, vengan a saludar.
La única en acercarse con una sonrisa fue su hermana mayor, él solo frunció el ceño y miró de forma enojada y celosa al niño, quien jadeó y se escondió aún más tras su padre ante aquella mirada.
Él solo era un intruso en su casa dispuesto a robarse el amor de su familia. Pasaron los años, y aun a pesar de que Wei Wuxian tenía tres años viviendo con ellos no terminaba por aceptarlo.
Por su culpa, sus padres discutían.
Por su culpa, sus perros fueron regalados.
Por su culpa, ahora debía compartir a sus padres, su hermana y sus juguetes.
-¡Te odio! ¡desearía que nunca hubieras venido a mi casa! ¡deberías morir! -gritó con lágrimas en los ojos mientras que su juguete favorito estaba roto en el suelo.
-¡Jiang Cheng! -gritó alarmada Jiang Yanli mirando a su hermano menor, sin poder creer lo que salió de su boca con tanto recelo. Wanyin solo desvió la mirada con el ceño fruncido. Su hermana lo llamaba de esa forma cuando merecía ser regañado por ella.
El niño de ojos grises aún con el cuerpo tembloroso salió corriendo de la habitación ignorando los llamados de su hermana adoptiva.
Wei Ying salió de la mansión esa tarde, no volvió para cenar, tampoco a su hora de dormir. No es hasta casi las once de la noche, que los Jiang no pueden estar tranquilos sin saber nada del pequeño.
Jiang Cheng y Jiang Yanli esperaban sentados en la sala con lágrimas en sus ojos mientras que Jiang Fengmian recién salió en su auto junto a dos de sus guardaespaldas. Yu Ziyuan, su madre, se veía agitada, al igual que su padre, ninguno de los dos se cambió de ropa, continuaban con los trajes de oficina. El sonido de los tacones resonaban en el suelo a la par que la mujer de la casa caminaba de una lado a otro con el celular en su oído, hasta que terminó por detenerse en el comedor cuando su llamada fue contestada.
