Las escondidas...

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5 años pasaron desde que derramé sangre por primera vez, y créanme, no he querido volver a derramarla una segunda vez, pero me volvieron a obligar. Esa voz, esa maldita voz...

5 años torturado mentalmente por esa voz, 5 años sin poder dormir bien. Susurros que no se callan, lágrimas que no se secan, y memorias que no se olvidan.

He sobrevivido 5 años sin ayuda, yo solo con esa voz, amenazándome, atormentándome, diciendo que nunca lograré ser nada, haciéndome llorar miles de noches. Estaba harto, y creía que si hacía lo que me decía se callaría, pero no, tuvo más sed de sangre.

Una vez más seguí sus órdenes.

Un domingo en la cabaña familiar, en medio del bosque, ¿Qué podría salir mal?
Eso se preguntaban todos, hasta que aparecí llorando, gritando que mi primo Tim se había caído de un barranco. Todo parecía tan natural, nadie sospecharía del pequeño Erick de 12 años de edad, era el ser más inocente del mundo, ¿Cierto?

La voz me dijo que no piense mucho en lo que hago, que está bien, no soy culpable de nada, pero no me sentía así, era mi primo, mi familia. No lo quería perder.

Esa voz, esa maldita voz... La maldigo a cada instante. Me detesto por seguirla, por hacerle caso, por no impedir ninguna muerte, por no decir nada al respecto.

La voz me dijo que juegue a las escondidas en el bosque con mi primo, lo hice. La voz me dijo que me esconda al lado del barranco y cuando me encuentre, que lo empuje, lo sostenga con debilidad y grite pidiendo ayuda. Me dijo que lo suelte, y así lo hice...

Esta fue la muerte de la que más me arrepiento, fue la que me dio a conocer lo que es el sufrimiento y la culpabilidad.

Tim, jamás te olvidaré, y esta voz, esta maldita voz tampoco me lo permitirá...

Esa voz...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora