Resolución de un arquitecto

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Tratando de parecer sereno se retira un joven arquitecto por cuarta vez en la semana de la oficina de su jefe con raros proyectos en las manos. Estos proyectos eran siempre rechazados por el jefe, que a pesar de quejarse siempre de la monotonía de otros arquitectos, las ocurrencias de este joven eran demasiado ridículas. Esta vez en la imaginación del joven se habían formado las ideas para construir un gran edificio de madera.
-Ciertamente, un edificio de madera puede construirse, además nos sería más rentable que construirlo con los materiales normales- le decía el jefe minutos antes, cuando estaban reunidos en su oficina.- Sin embargo, el diseño y las dimensiones presentes en tu proyecto, creo que serían prácticamente imposibles de lograr. Se que este es tu primer lugar de trabajo pero, creo q ya has pasado suficiente tiempo como para darte cuenta d como deben ser las cosas.
El joven protesto diciendole q solo aceptaba los trabajos normales, sin pizca de innovación a pesar de que el mismo jefe decia odiar ese tipo de trabajo. El jefe, aunque le dio la razón volvió a negar con la cabeza, desalentando a su empleado más reciente que con aparentada calma salió cabizbajo de la oficina de paredes rojas. Apenas se cerró la puerta una cabeza inundada por miles de imágenes de sucesos similares a los que acaban de ocurrir empieza a bajar hasta sentir en la frente la dura y fría superficie de la mesa en la que trabaja. Una vez con la cabeza del hombre recostada las imágenes empiezan a agruparse, dando lugar a vívidos recuerdos de cuando tenia la edad de quien acababa de salir de su oficina. En los recuerdos aparecía un joven recién graduado, iluso, con fantasías de niño que esperaba cumplir en su nuevo trabajo. Tambien se encontraban en esas ilusiones provenientes del pasado un hombre de imponente carácter, respetable y orgulloso, que destruía, en la misma oficina de paredes rojas las fantasías del joven de estos recuerdos. Eran padre e hijo, los dos, uno frente al otro, cada cuál con distintas visiones de la profesión que ambos habían escogido. El hijo, que siempre había respetado y admirado al padre no pudo evitar someter su voluntad a la del padre, y ese fue el ultimo día que se atrevió a dar rienda suelta a su imaginación. El golpe de la silla al caer al suelo saca al hombre de su ensoñación, que se había levantado sin darse cuenta alguna. Supo inmediatamente que tuvo que hacer, salió corriendo de la oficina en busca del muchacho que hace momentos había discutido con él, ignorando a un empleado que lo llamaba. Y luego de varios minutos buscando, alli estaba el muchacho, que sin ánimo alguno alza su cabeza hasta que los ojos de ambos se sostienen la mirada, la mirada apenada de uno y la mirada humillada del otro. El tiempo parece detenerse hasta que, atravesando el aire y rebotando en cada pared llegan, a los oidos del joven, sonidos llenos de culpa buscando redención
- Lo siento.

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