Mew Suppasit está cerca de cumplir veintinueve años. Sin embargo, a su corta edad ya cuenta con una de las agencias de publicidad más importantes y de renombre en el país y sus alrededores. Sus padres murieron en un accidente cuando tan solo era un niño de diez años. Desde entonces estuvo viviendo con su tío, quién se convirtió en su tutor legal. Hasta que fue a la Universidad y decidió que quería ser un poco independiente. Un poco, ya que no era él mismo quién pagaba su departamento, aunque se trataba del dinero de sus padres, pero no sería totalmente su dinero hasta que no se convirtiera en Ceo de la compañía familiar y contrajera matrimonio, eso según la expresa voluntad de sus progenitores.
Lo cierto es que Mew no estaba interesado ni en lo primero ni en lo segundo. A los diez años, cuándo el abogado llegó a casa a dar lectura al testamento, Mew se imaginó a sí mismo casándose y tomando el liderazgo del negocio familiar. Diez años más tarde, con veinte años y ya en la Universidad, Mew decidió que no era el futuro que quería. Y decidido empezó a construir su propio destino. Su tío no se opuso en ningún momento.
Después de obtener su título en Administración Empresarial, realizó una maestría en Gestión Publicitaria. De esta manera y haciéndose de muy buenas relaciones sociales, Mew no tardó en ingresar al mundo de los negocios. Logrando una muy buena inversión que lo impulsó a crear su propia agencia publicitaria. Él no quería tener un jefe, por lo que se convirtió en el jefe.
Ese día en particular, Mew se encontraba muy cansado luego de una estresante semana tratando de cerrar un negocio que duplicaría sus ingresos. Hasta el momento seguían en las negociaciones y eso era lo que menos le gustaba.
—Sabía que te encontraría aún aquí.
Boom ingresó a la espaciosa y elegante oficina. Mew le dedicó una fugaz mirada antes de seguir tecleando en su portátil.
—Siempre estoy aquí. -fue su simple respuesta.
—Y ese, amigo, es el problema. Vamos, ¡es viernes por la noche!
Mew lo miró sin entender a qué se debía tanto júbilo. Boom exasperado se acercó a su amigo de casi toda la vida y cerró la portátil. Mew no se quejó, así que Boom se acercó y lo miró directamente a los ojos.
— ¿Recuerdas cuándo aún eras joven? Solíamos salir de fiesta los viernes por la noche.
—Salimos el viernes pasado - respondió Mew intentado abrir su portátil. Boom no se lo permitió.
—Escucha, sé que has estado ocupado y que este nuevo negocio es muy importante, pero puedes sólo darte una noche ¿sí?
Mew lo meditó unos segundos. Lo cierto es que ha trabajado mucho y se ha estresado. Generalmente el no exagera en sus horas laborales y su trabajo no suele estresarlo. Quizá su amigo tenga razón y lo mejor en esos momentos sea salir a despejarse un poco.
Boom habló acerca de un nuevo bar-restaurante en la calle del centro que prometía, por lo que decidieron darle una oportunidad. El lugar era elegante, pero no de esos que exigían traje y corbata. Mew se había quitado la chaqueta y corbata. Llevaba dobladas las mangas de la blanca camisa por debajo del codo y los tres primeros botones desabrochados. Cenaron algo ligero mientras esperaban a sus demás amigos. Era como una tradición reunirse casi todos los viernes de la semana en algún bar o discoteca para ponerse al día y disfrutar. Ninguno quería caer en la rutina aburrida de ir del trabajo a casa siempre.
A eso de las veintidós horas ya se encontraban en la zona del bar disfrutando de su quinta ronda. Mew era un buen bebedor por lo que no se preocupaba por nada. Ni siquiera había conducido al lugar. Dejó su auto en la agencia y fueron en taxi. Así como también tomaría un taxi hasta su casa. Su casa, no la casa de sus padres. La compró con sus primeras ganancias. Se encontraba a las afueras de la ciudad, en donde el estruendoso sonido de la autopista y las personas yendo de un lado a otro no supondría ninguna molestia.
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Mr. Ceo Suppasit
FanfictionMew Suppasit es ceo de una de las agencias publicitarias más grandes del país. Gulf Kanawut es un joven universitario con trabajos a tiempo parcial. Son polos opuestos pero ninguno puede ignorar la innegable atracción que sienten el uno por el otr...