1 - Cachorro

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Había huido.

No sabía muy bien cómo lo había logrado pero había huido.

No podía regresar, no quería tampoco.

Pero los hombres tras él no lo iban a dejar escapar.

Corría rápidamente con sus patas sin hacer ruido en la oscuridad.

Él es rápido, lo sabe, y más astuto de lo que la gente piensa.

Por que, ¿Qué se puede esperar de un jóven Omega que nunca tuvo que hacer nada en la vida?

A pesar de eso, Choi Youngjae no era el inútil que todos veían.

Para hacerse una idea de lo que el chico podía hacer, había logrado liberarse en el barrio pesquero de la ciudad, el olor a mar y a sus animales iban a distraer a sus guardias.

Por otro lado, se había puesto perfume con la escusa de "estar presentable" para otro de sus pretendientes.

Y por último, se revolcaba en la basura del barrio para disimular aún más su olor.

Su aroma, tan dulce, muchas veces comparado al de una manzana acaramelada, era demasiado distintivo y su peor enemigo en la huida.

Pero a pesar de todo eso, corría, libre.

Siguiendo a su corazón, agitado en su pecho, podía sentir la presencia que tanto lo atraía desde hace tiempo.

Según él (y respaldado por su abuelita), su alma predestinada.

A pesar de que lo sentía lejano, nunca había estado tan cerca, así que, casi probando suerte intentó llamarlo.

El llanto vino desde su corazón, pero no salió por su hocico, se mantuvo en su interior, con la esperanza de ser escuchado.

De pronto, sintió la cercanía con su predestinado aumentar cada vez más.

A pesar de que no conocía esas calles sabía a dónde debía ir.

Siguió llorando en su interior para que el otro lobo lo encontrara.

Escuchar las voces de sus guardias sólo lo asustó más, y por un momento temió que lo hubieran encontrado, pero los hombres siguieron por otro lado, él los vió pasar, escondido tras unas bolsas de basura apestosas.

La presencia de la otra persona fue lo que le dió tranquilidad, lloró una vez más por quién se encontraba a unos metros de él.

Youngjae escuchó los pasos acercarse.

De nuevo, JB tomó la bolsa de basura sin nadie está vez para despertarlo, la corrió bruscamente, con su lobo interno despierto y arañando por proteger a su algo.

Vió con confusión la bola de pelos que se escondía tras la basura, de un pelaje blanco sucio, un cachorro canino alzó la vista hacia él.

Los ojos de un cálido marrón hicieron a JB querer protegerlo ante toda costa.

Sin pensarlo, tomo al animal en brazos, acarició el mentón a la criatura.

Al verlo temblar, abrió su chaqueta y arropó al cachorro con está.

En el camino notó el collar que rodeaba el cuello del pequeño, pero no llegó a leer la placa en la oscuridad.

Durante el camino JB notó el olor del animal, a pesar del hedor de la suciedad y la basura que lo cubría.

Era dulcemente agradable, como su dulce favorito de niño, como una linda tarde en el parque comiendo manzanas acarameladas con su familia.

Llegando al complejo dónde vivía, entró rápidamente, mirando hacia todos lados por si alguien lo veía, ya que en el lugar no se permiten animales.

Entró y cerró la puerta de su departamento con un suspiro aliviado, no se había encontrado con nadie.

El corte se había ido, así que fue encendiendo las luces del departamento conforme avanzaba.

Su departamento se conformaba de dos cómodos ambientes, primero, el comedor/cocina, y luego de pasar una puerta estaba su dormitorio, dónde pilas de libros adornaban tanto el escritorio como el rincón junto a este.

Mirando al animal en sus brazos, y viendo cómo la mugre hacía su pelaje blanco a casi marrón, lo despertó y lo llevo al baño.

- Bien, perrito, -le dijo en tono paternal. -hay que darse un baño para quitarte toda esa mugre, primero vamos a sacarte el collar para que no se moje... -JB rebuscó una forma para quitarlo, pero vió que tenía una especie de candado con contraseña numérica y suspiró.

¿Qué clase de loco protegería a un perrito con contraseña?

- Bien, parece que vamos a bañarnos con collar, amiguito. -dijo en tono de derrota.

Colocó el tapón de la bañera, abriendo el agua caliente y regulando el agua frías hasta lograr la temperatura que quería, llenando apenas unos diez centímetros, cerró el agua para meter al animal en ella.

Lavo suavemente el pelaje del cachorro y cuando ya estuvo limpio tomó un poco de shampoo para pasarlo por su cuerpecito.

El cachorro blanco permaneció totalmente tranquilo durante todo su baño, dejando que JB lo lave sin moverse ni un poco.

Cuando JB terminó de secarlo, lo volvió a tomar en sus brazos para llevarlo hacía la cama, dónde abrió las sábanas para acomodarlo en ella y luego taparlo cariñosamente.

Él no usaba mucho la calefacción, por lo que su cuarto estaba bastante frío, en cambio, gastaba en frazadas gruesas para abrigarlo, ya que le parecía mucho más económico que gastar en cuentas de gas.

Una vez dejo al cachorro tapado, se desvistió, dejando sus prendas en la bolsa que tenía apartada para el lavadero.

Se dirigió desnudo al baño y el pequeño lloriqueo del cachorro lo hizo voltear, desde el umbral de la puerta del baño vió hacía su cama.

Unos ojitos marrones brillaban, apenas asomados sobre las sabanas, unas orejas blancas de alzaban atentamente.

JB lo miró conmovido.

- Quédate ahí, cachorro. Papi ya vuelve. -dijo antes de entrar al baño para ducharse.

En la ducha, JB se dedicó a pensar qué iba a hacer con el cachorro, por más que su corazón quería quedarse con él, si tenía un collar era porque debía tener un dueño y que seguro lo extrañaba.

Decidió que lo devolvería, pero no iba a salir pasadas las ocho de la noche para preguntar por si alguien había perdido un perrito.

Pensó que, no se había dado cuenta cuándo fue que su lobo interior se volvió a ir, y no pudo ubicar el momento exacto.

Aunque aún podía sentirlo, tranquilo en su pecho, era algo leve, pero más fuerte que la monotonía con la que vivía su día a día.

Se secó rápidamente, luego dejó la toalla en el gancho del baño y salió de este de la misma manera que había entrado.

Se dirigió automáticamente hacía su guardarropas, junto a la puerta del baño y de espaldas a la cama, se colocó los calzoncillos y una camiseta grande para luego ir a dormir.

Pero al ver voltear y ver hacía la cama, el cachorro ya no estaba.

En su lugar, un chico de pelo rubio rojizo, dormía en posición fetal abrazando las sábanas.

La sorpresa fue tal que JB retrocedió, tropezando con sus pies y calló al suelo.

El ruido hizo que el chico dormido se despertara, para ver a JB que con una mueca de dolor se frotaba el trasero adolorido.

Delta (2Jae) [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora