Los deberes de un Malfoy | HP

Los deberes de un Malfoy

"No hay hijo como padre,
ni padre como abuelo"

Anónimo

*  *  *

Lucius lo estaba presionado. Tras nueve cartas sin responder, dos llamadas vía flu donde se excuso con trabajo acumulado y un traslador misteriosamente perdido, había dado su ultimátum. Scorpius debía casarse. Draco debía conseguir una señorita de alta sociedad en dos semanas, poner fecha al enlace o Lucius tomaría cartas en el asunto. Y aunque Draco no tenia en sus planes exigirle a su hijo un matrimonio arreglado, Lucius seguía siendo el patriarca y debía obedecer lo que él propiciara adecuado.

Después de todo, era lo que llevaba haciendo durante toda su vida. Obedecer y acatar los mandatos de su padre. Así que lo hizo. Una semana con tres días desde el ultimátum Draco consiguió una señorita de familia sangre pura con un linaje impecable y mas que dispuesta a contraer matrimonio lo mas pronto posible.

Para finales de Agosto Lucius quería a su nieto casado y si era posible, con un primogénito en camino y así iba a hacer. Sin importar la opinión de Scorpius o que si quiera este estuviera enterado.

Se lo contó la tarde de un fin de semana tras un viaje de negocios de ultimo minuto. Scorpius no cambio su expresión ni tampoco hizo comentario alguno cuando le contó sobre su compromiso arreglado con Charlotte Arnault, ni la presentación formal acordada para el viernes de la semana entrante con sus abuelos presentes.

Tuvo que calmarse para no mandar todo los planes de boda al diablo cuando su hijo llego cinco días después de la presentación con los ojos rojos tras una visita a los Potter. No salio durante tres día de su alcoba. Su madre fue quien logro sacarlo de su encierro, fue Lucius el que evito que Draco cometiera un error al ver a su hijo devastado.

Se preguntaba si las palabras de su madre al sacar a su nieto de su habitación fueron las mismas que algún día utilizó con el. Aquel discurso sobre el honor, la pureza y los deberes de un Malfoy. Ver a su hijo en ese estado le trajo recuerdos de un tiempo no muy lejano, donde un adolescente de su edad caminaba por la mansión pensando en como le diría a su novio que no podían estar juntos. Que se iba a casar con otra persona. Que era el deber de un Malfoy.

*  *  *

Fue durante la cena. Sus padres habían decidido cenar fuera con unos viejos amigos, así que solo eran Scorpius y él. Su hijo siempre fue alguien alegre y dinámico, encontrar un tema de conversación no le era difícil, así que verlo tan cabizbajo el ultimo tiempo le dolía. Era como volver a su tercer año, tras la perdida de Astoria. La única razón por la que no había hecho algo al respecto fue la misma por la que estaban pasando por todo aquello de la boda.

Así que cuando su hijo se levanto con su plato a medio terminar le tomo por sorpresa. Por un momento consideró que se le había quitado el apetito y se iría a encerrar a su habitación, pero cuando este no se movió ni un centímetro, tan quieto como una estatua, descartó la idea.

Tras un momento de silencio, donde Draco no se atrevía ni a moverse por miedo de asustar a Scorpius y que pudiera cambiar de opinión respecto a lo que fuera que quisiera decirle, porque llegados a ese punto y por la expresión determinada de su hijo debía ser importante, habló.

Un susurro, tan bajo que necesitaría de un hechizo de amplificación para poder ser escuchado. No sin cierta pena le pidió que lo repitiera, estaba vez preparando un hechizo de ser necesario.

No lo necesito.

- No voy a casarme.

Fue claro, preciso y sin titubeos. No había pizca de arrepentimiento en su mirada o postura. Cuando repitió la oración una vez más tampoco lo encontró. Postura recta, hombros erguidos y mirada fija. Ahí delante suyo se encontraba un Scorpius Malfoy que hasta la fecha no había conocido. Un joven seguro y firme en sus decisiones. Dueño de su propia vida.