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Sanemi probablemente tenía una ligera obsesión con su tatuador. Piensa que ese hombre es jodidamente caliente y quiere que el artista lo destroce por completo. ¿Pero qué tenía que hacer un chico de dieciséis años? Coquetear descaradamente y masturbarse al tener fantasías sobre él.

Todo comenzó cuando perdió una apuesta y tuvo que hacerse un tatuaje. Fue junto con Obanai y su novia al lugar en el que Kanae se hizo el suyo. Su ex novia dijo que el tipo hacía un increíble trabajo.

Pero ella nunca mencionó que era jodidamente atractivo.

Cabello platinado, ojos fucsias y resaltados por algo de maquillaje, tatuajes en los brazos y múltiples perforaciones en sus orejas. Se sintió en el cielo, ansiando absolutamente al hombre frente a él. Ese fue el comienzo de muchas cosas.

A los dos años, se hizo tres tatuajes.

Al año siguiente, obtuvo dos más, además de un piercing en la lengua y dos perforaciones en sus pezones. En cada encuentro, coqueteaba descaradamente con el hombre, siendo correspondido de a momentos, aunque el hombre al final del día no hacía nada más que revolverle el cabello y reír estruendosamente. ¿Acaso le parecía divertido tenerlo en la palma de sus manos y no hacer nada al respecto?

(...) Regresó, una semana después del cumpleaños número catorce de Genya, para un nuevo tatuaje. Iba a intentarlo otra vez y si el jodido Uzui lo rechazaba por completo, retrocedería. Solo regresaría por sus tatuajes y piercings.

El timbre de la puerta resonó a lo alto, y la cara familiar del platinado se asomó tras su teléfono, junto a una sonrisa pícara y joder, era imposible no sentir una oleada de calor en su estómago.

—Hola de nuevo. ¿Qué vas a querer hoy, cariño?

—Un tatuaje, aquí. —Palmeo el espacio libre entre su garganta y por encima de la clavícula. Uzui asintió, dejando la silla y acercándose a él, estudiando la zona.

— ¿Quieres algo en especial?

—Este diseño. —Le mostró su teléfono celular, preferiblemente había pedido a su hermano que diseñara uno y con ello, mejorarlo junto a Kanjori, lo cual había quedado excelente y era una de las tantas excusas para ir a ver a Uzui.

—Que extravagante. Completa el papeleo mientras limpio esto. —Le dio la espalda, perdiéndose un momento en la parte trasera del establecimiento. Entre ello, Sanemi llenó el formulario, hojeándolo como lo había estado haciendo en ocasiones pasadas, como si no supiera en lo que se estaba metiendo; firmó y luego dejó su tarjeta de identidad encima. Cuando Uzui regresó, le devolvió el teléfono, y tomó la documentación, escaneando su identificación. Por mucho, ya para ese momento debía de saber su edad, después de todo sus primeros tatuajes tuvieron un consentimiento falso de su supuesto padre, que había muerto tiempo atrás y él se había mantenido su propia documentación a la mano — ¿Así está bien de tamaño?

El albino estudio la figura, habiendo agregado uno que otro detalle más llamativo y a lo esperado, seguramente cubriría gran parte del cuello en la parte delantera. Asintió y el alto corto junto a una navaja el contorno de la ilustración, haciendo temblar al menor.

La alineó con el lugar de elección, ejerciendo solo un poco de presión que le quito el aire, más luego lentamente quitó el papel y levantó un espejo para que Sanemi pudiera mirarse —¿Así está bien?

—Sí, perfecto.

—Muy bien, túmbate, bonito.

Lo hizo sobre la silla reclinable que había allí y mantuvo la mirada en el techo cuando la puerta se cerró. Había estado en esta habitación más veces de las que podía contar, pero esta era la primera vez que estaba nervioso.

❝ Obsesión ⌜ ᴋɴʏ - ᴜᴢᴜsᴀɴᴇ ⌟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora