Cuestión de piel

293 33 3
                                    

Disclaimer: Gugure! Kokkuri-san no me pertenece. Si fuera así, Shigaraki estaría todo el tiempo sin camisa.

NA. Corto y suave. Pero solo quería hacerlo porque lo que pasó siempre me pareció un poco demasiado injusto para Kokkuri.

-------------------------------------------------

El cuchillo se desliza sobre la mesa. El golpe habitual suena de fondo, el desliz de las verduras partidas y el agua hirviendo sobre el fuego en la parrilla parece burbujear en algún lugar detrás de él.

Kokkuri angosta la mirada en un intento por concentrarse en sus actividades. Cortar, cocinar, la hora de comer está cerca y tiene que terminar a tiempo. No puede distraerse, no puede girar los ojos, no quiere perder el tiempo en cosas absurdas, no quiere tener que volver la vista una vez más a él.

Sin embargo, sus ojos traicioneros se mueven al frente antes de que pueda notarlo. Su mirada se arrastra en la habitación, sus ojos sagaces y afinados buscando casi desesperadamente el único espacio ocupado en la mesa pequeña de madera.

Shigaraki lo mira desde el otro lado, sus ojos serenos e indiferentes, su rostro estoico parece no decir nada, solo el levantamiento fino de una de sus cejas, la cicatriz atravesando su ojo de esa manera que lo hacía lucir de algún modo más serio de lo que realmente puede ser.

Aparta la mirada un segundo después. La verdura se desliza una vez más entre sus dedos y él sigue cortando. No hay razones para mirarlo. No puede perder el tiempo pensando en él.

Habían hablado luego de lo que sucedió. Fue solo un accidente, había sido un error producto de una maldición errante y vergonzosa. Una experiencia desagradable, un encuentro que no había tenido cabida para empezar.

Kokkuri dijo todo lo que podría haber dicho. Muy poco ciertamente. Una palabrería repetitiva y sin fondo que solo parecía reiterar que no había parecido tener otra opción.

Shigaraki había sido muy distinto. Se encogió de hombros y giró en otra dirección. No dijo palabras, no puso excusas, tampoco dio vueltas a las cosas como pensó que pasaría cuando hablarían.

No eras tú. Le dijo. Lo que sucedió, no tiene nada que ver contigo.

Con los brazos cruzados Shigaraki le dio la espalda y miró a las estrellas.

Si fue así, si yo fui ahí, es porque se trataba de una mujer. Es porque era algo más. Alguien más.

Kokkuri había aceptado sus palabras. De todos modos, la situación había sido un malentendido que no tenía caso argumentar. Aun así, no pudo evitar sentir el hundimiento en el pecho, el calor doloroso en el estómago, un vacío extraño que se hacía grande en algún lugar muy adentro de él.

Todavía era yo.

El pensamiento lo sorprendió tanto como lo hace ahora.

Sabe que no tiene caso. Shigaraki lo había hecho como podría haberlo hecho con cualquiera. El hombre no distinguía, no le importaba nada más allá del cuerpo, sus acciones no tenían nada que ver con el ser que habitara en el interior. Era sólo piel. Él solo buscaba llenarse con un trozo cálido de falsa, sobrepuesta y femenina piel.

Quién estuviera detrás era irrelevante. Lo era incluso si fuera él. Lo era incluso si no recordaba nada ahora, si no importaba aquella caminata o los años donde compartieron hacia tanto tiempo una habitación.

Para Shigaraki no había significado nada.

Todo era cuestión de indiferente placer para él.

Pero todavía era yo.

El pensamiento se arrastra, le quema en diminutas marcas sobre las venas y se esconde detrás de sus costillas. Es una mancha sobre su corazón que se hace ancha.

Por supuesto que Kokkuri tiene presente que, al contrario de Shigaraki, él era consciente. Adentro de su mente nada cambió. A pesar de la piel del exterior, cada paso fue sincero, cada pequeña cosa que se dijeron, el abrazo, la caricia, el suave roce... todo lo hizo consciente de quien era él. Y lo hizo sabiendo perfectamente quién era Shigaraki también.

Y aun así, simplemente lo había dejado a un lado cuando todo se acabó.

Entonces Kokkuri lo siente. Él sabe reconocer el sabor amargo de la cruda decepción.

Era yo.

Kokkuri tiembla y sus ojos suben una vez más esperanzados, buscando de nuevo su rostro, el rescoldo del brillo cegador de ese día, un poco de la miseria de su amor.

Pero cuando Kokkuri lo mira, Shigaraki ya ni siquiera ve en su dirección.

No es justo.

Era yo.

Todavía soy yo.

--------------------------

NA. Desde mi perspectiva, Shigaraki se parce muchísimo a Sakumo Hatake. Y quizá por extrañarlo tanto es la razón por la que mi corazón herido se enamoró un poco de él. 

Cuestión de pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora