Libido
¿Qué estoy haciendo con mi vida?
Pico.
Voy a salir.
Voy a llamar a algún amigo
pa' que se saque algún carrete hoy.
En algún depa en el centro
o pa' ir a la disco,
da lo mismo.
Pa' qué fumar si te va a dar cáncer.
Pa' qué culiar si te va a dar sida.
Pa' que salir a la calle si te van a atropellar,
al fin y al cabo, te vai a morir igual.
Así ignorai el miedo.
El miedo al futuro se pasa con dos chelas.
¿Qué importa lo que vai a hacer con tu vida?
El miedo a la vida se pasa con un Vodka.
¿Qué importa lo que vives ahora?
El miedo a la existencia se pasa con un Tequila.
Existencia culiá fome y llena de reglas.
El miedo a la muerte es el único que no se pasa.
No se pasa nunca.
Al final de la noche, a menos de que estés lo suficientemente inconsciente
seguís siendo sólo tú en la oscuridad.
Tú y tu mente y tu forma de pensar.
Tú y las manos que tiemblan,
tú y el estómago estrecho,
el escalofrío en la espalda,
la mirada en el techo.
La sensación de ahogo
y de querer escapar,
de lo único que sabes
que no puedes escapar.
Al final de la noche, a menos de que estés lo suficientemente inconsciente
el insomnio se asegura de recordarte
que cuando seas lo suficientemente valiente,
siempre tienes la opción de ahorcarte.
Sabes que tarde o temprano ese día llegará,
en el que el miedo al futuro sea más fuerte
y que la decepción y el miedo a la muerte,
desaparecerán.
El miedo tiene esta romántica manera
de hacerte sentir que la vida es un regalo,
de hacerte sentir afortunado
por ver la luz de la mañana en tu litera
en vez de miserable
por haber nacido para morir.
No quiero que llegue la noche.
No quiero dormir.
¿Qué estoy haciendo con mi vida?
Pico.
Voy a salir.