Aquél particular miércoles había comenzado de forma desastrosa, la lluvia había inundado las calles y su auto estaba siendo reparado, lo que significaba que tendría que tomar el transporte público, una maldición con ese temporal.
La gente se pegaba como sardinas en las paradas de autobuses tratando de no mojarse, cerrando sus paraguas al subir pero no evitando mojar a las personas que estaban a sus costados.
Fue el caso de Youngho, quien se quejó con el sujeto que estampó su paraguas cerrado contra su pierna en el preciso momento que el vehículo dió un frenazo.
La tela delgada absorbió el agua y le enfrió parte de la rodilla y el muslo, para el colmo, el sujeto ni cuenta se dió al ir con los audífonos así que ignoró completamente la amenazante mirada del americano, quien después de unos segundos suspiró.
No era tan malo, no hasta ese momento al menos, ya que al bajar del bus entro de lleno a un enorme charco de agua, mojando sus zapatos.
—Excelente, este día pasará a ser uno de los más odiados de mi existencia. — Bufó y se dispuso a avanzar al edificio de la compañía para la cual trabajaba, notando entonces que era probablemente el único en esas deplorables condiciones.
Todos lucian secos, sin una sola gota de agua en el cabello, en la ropa o en su maletín, él por lo contrario parecía haber tomado un baño al aire libre, lo corroboró cuando vió su reflejo en el elevador, hasta su cabello estaba revuelto por el viento.
—Te ves lamentable. — La voz le sacó de su ensoñación amarga, encontrándose las muy conocidas facciones de conejo de su amigo y compañero de trabajo, Doyoung tenía una ceja alzada y una expresión de genuina curiosidad. — ¿Dónde está Libertad? —
—En el mecánico, tuvimos un pequeño accidente. —
—Por qué no me extraña. — Doyoung bufó con gracia y las puertas del elevador se detuvieron en su piso, así que ambos salieron. — Pudiste decirme que pase por ti. —
—Creo que realmente no lo pensé y honestamente extrañaba viajar en transporte público. — Doyoung lo miró con incredulidad.
—¿Con lluvia en un bus?— Soltó una risa burlona. — Varias de tus neuronas se fueron volando por el parabrisas en ese accidente con Libertad.
Youngho se quedó refunfuñando después de las burlas de su colega y se fue hasta su cubículo que lamentablemente quedaba justamente al lado del de Doyoung, así que tuvo que escuchar sus risas otro rato hasta que ambos empezaron su trabajo.
La vida de oficinista no era exactamente interesante o creativa, básicamente se trataba de hacer papeleo todo el día, ya estaba incluso mareado de tantos número, pero...
¿Quien le había mandado a estudiar administración de empresas?
Sus padres, como si eso se pudiese olvidar.
Lo cierto es que la empresa era de un amigo del padre de Youngho, el hombre le había ofrecido el trabajo cuando se graduó y por supuesto, lo tomó ante la comodidad.
Jamás pensó que sería un horrible dolor de existencia estar ahí encerrado de lunes a viernes, de mañana hasta el anochecer con el culo aplastado y cuadrado.
—Doyoung. — Dijo de pronto, el otro hombre le respondió con un sonido pero sin mirarlo. — ¿Te gusta trabajar aquí?—
Eso pareció despertar la atención del pelinegro quién volvió su atención a Youngho, descubriendo que este hacia la pregunta con la mirada perdida en sus papeles, entonces lo pensó un momento antes de responder.