Tras haber renunciado a su humanidad y sus recuerdos, S fue mejorado artificialmente y configurado para únicamente ejecutar y obedecer. Como una de las armas más poderosas del Imperio, forma parte del Escuadrón Arcángel, que se encarga de eliminar l...
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S fue creado para la guerra.
Es solo un arma que sirve a los propósitos de sus creadores.
No hay nada más que deba hacer que obedecer y luchar contra el Mal.
En teoría.
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El ruido del radio siendo encendido inmediatamente alerta a la tripulación, hasta el momento taciturnos por el monótono viaje. El sonido retumba en sus cabezas por encima del ruido de las turbinas del avión; es un crujido de anticipación.
Casi todos miran al Capitán, esperando a que establezca comunicación.
Pero S solo mira hacia la nada, esperando.
—El Arcángel está listo para volar —anuncia el Capitán—. Cambio.
—Recibido. —La voz del Comandante se oye fuerte y clara cuando responde en el radio—: Dejen que el Arcángel abra sus alas. Cambio.
—Entendido. Cambio. —El Capitán apaga el radio—. ¡A sus posiciones! —grita inmediatamente.
El interior del avión se ilumina en rojo y S observa la puerta de carga de la aeronave abrirse en pleno vuelo.
Lo único que se oye es el atronador viento que entra a toda velocidad. La fuerte ventisca empuja a los presentes contra las paredes del transporte, pero las máscaras en sus rostros ayudan a que nadie cierre los ojos.
S se deshace del arnés de seguridad que lo mantiene pegado a la pared y da dos pasos hacia el vacío. Los pies se le deslizan por la rampa, y baja la mirada solo para ver las pequeñas luces blancas a los costados que iluminan el suelo.
La nada se extiende delante de él; sin embargo, S no da ningún paso hacia atrás.
Está diseñado para ello, después de todo.
—Mucha suerte allí afuera, soldados. —La voz del Capitán retumba por el Comunicador que tiene S instalado en su Sistema—. Recuerden el objetivo y regresen sanos y salvos. Y si no, habrán dado su vida por el Imperio.
El Escuadrón se pone en posición, con órdenes de lanzarse exactamente cinco segundos después de que S lo haga.
No necesita plantearse dos veces lo que está a punto de hacer.
Al instante en que la puerta del aerodeslizador se termina de abrir y las luces blancas se vuelven rojas, S salta.
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La sangre forma charcos espesos en el suelo, pero no detiene el paso constante de la muerte.
