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Dean tenía cinco años cuando su vida cambió irremediablemente, su hermano pequeño Castiel, apenas tenía dos y sus recuerdos de aquel evento ya no existían, era lo mejor siendo honestos.

"Sus padres no volverán más" dijo la abuela, aquella mujer de cabello casi blanco, rostro marcado por el tiempo y un porte que para los dos niños parecía amenazante. Era la primera vez que la veían en toda su vida, pero por alguna razón se suponía que estarían mejor con ella que con su tía Nina, que si conocían. La abuela no estaba por lo mucho feliz con la situación tampoco, pero no iba a dejar que la gente hablara sobre que ella no era capaz de hacerse cargo de sus nietos y darle la razón a todos los rumores que habían existido desde que su hijo menor se había ido de casa junto a esa asquerosa alfa. <<Dios es justo>> pensó la abuela cuando recibió la noticia de que su hijo había muerto en un accidente junto a su esposa, no le había dolido, eso era cierto y se convencía a si misma de que la razón era porque su hijo había muerto hace años, el día que había decidido humillar a su familia fugándose con aquella tipeja ¿Quién estaba en ese cajón entonces? Pues simplemente el demonio en el que aquella mujer había convertido al más querido de sus hijos.

Los niños no habían cuestionado, probablemente por el miedo que aquella mujer les provocaba, más probablemente porque no entendían que era lo que estaba pasando. Luego del funeral, la abuela no había tardado ni cuatro horas en empacar lo que servía de aquella casa y el resto lo había vendido a alguien en esa ciudad de pecadores, si podía enderezar a sus nietos y para ello no necesitaba nada de influencia de esos dos "enfermos". Dean no pregunto a dónde iban ni por cuanto, había escuchado a todos llorando en aquella ceremonia y suponía que los días en que su mami jugaba con él a las luchas habían terminado, en su lugar Isabella agradeció no tener que oír ni una pregunta luego del funeral, suficiente tenía con lo parecido que era Dean a su madre y Castiel a su padre.

Recién cuando llevaban unos veinte minutos de viaje en el asiento trasero del viejo auto del tío Néstor, Castiel se atrevió a hablar "Min" llamo estirando sus manos con claro pronóstico de llanto en sus ojos "Quelo papi"

Su hermano mayor tomo su mano que se cerraba y se abría, dejo un corto beso en sus dedos "Papi está de viaje, Cas" susurro.

"Ondee? Quelo papi" balbuceo con ojos húmedos, ojalá la abuela valorara lo tranquilo que eran sus nietos, aun en la situación que estaban.

Dean lo pensó, no había muchas buenas mentiras en una mente de cinco años, pero finalmente hablo "No lo sé, pero volverá si no lloras" esperaba que eso hiciera efecto, porque el realmente no podría parar de llorar si veía a su hermano hacerlo. Castiel sonrió satisfecho y la cosa podría haber quedado así, pero Isabella interrumpió.

"Están muertos, sus padres no van a volver y mientras antes lo acepte tu hermano más fácil le será a todos" Miro a Dean por el retrovisor, Castiel no entendía bien que significaba muerto, pero sabía que era algo malo y comenzó a llorar, para sorpresa de todos, aunque los ojos del rubio ardían no lo imito "Las mentiras son para los niños, Dean, tú ya no eres uno" y cuánta razón tenía.

Cuando ellos cumplieron cuatro años en esa casa, Castiel ya no recordaba a papi y las diferencias entre ambos se hacían cada vez más notorias, la abuela las hacia cada vez más notorias. En uno de esos días en que la abuela estaba de demasiado buen humor, el Tío Néstor llegaba muy temprano a casa y ellos eran enviados al granero a dormir por tres días, en uno de esos días por pura curiosidad ellos se atrevieron a mirar por la ventana del cuarto de la abuela.

Era extraño, muy extraño, la abuela y el tío Néstor se llenaban de besos uno al otro y luego parecían estar peleando, incluso la abuela gritaba. Dean era pequeño, mucho más pequeño que el tío Néstor, pero él quería tanto a su abuela y no quería que le pegaran asique entro al cuarto, con un enorme palo golpeando al tío Néstor en la espalda. La abuela le pego tanto ese día que nunca volvió a mirar por la ventana de ese cuarto.

Sus manos seguían lastimadas y su ojo donde sujetaba un paño mojado aun dolía, Castiel en cambio estaba intacto envuelto en la frazada que usarían para dormir sobre la paja, al menos, se dijo a sí mismo, no descubrió a Cas "¿Por qué hacían eso?" interrogo el menor.

Dean le miro, y era tan niño como su hermano asique no pudo encontrar una mejor respuesta "Quizás juegan a la mamá y el papá"

Eso surgió otra duda en la mente del moreno "¿Eso hacen los papás?"

El rubio elevo sus hombros "Creo que si... Nuestros papás se daban besos" aclaro mirando de reojo a su hermano, le sonaba el estómago y recordó el trozo de pan que había escondido en su chaqueta antes de ser echado de casa.

Castiel frunció sus labios "¿Cómo es un beso?"

Ambos miraban el fuego, Dean tiro otro carboncillo al rojo y suspiro "No lo sé, creo que solo juntas tus labios una y otra vez" junto sus palmas casi aplaudiendo para darle énfasis a lo que decía "Debe sentirse bien" concluyo.

"¿Y se los dan todas las personas?" interrogo Castiel sobando su estómago, tenía hambre.

Dean miro a su hermano de reojo, conocía sus caras y sus significados asique solo se levantó a tomar el trozo de pan de su chaqueta "Ten" ofreció.

Castiel miro el trozo con duda, se moría de hambre, pero no quería ser aprovechado, su hermano era un alfa y necesitaba más energías "No, comamos la mitad cada uno" Dean miro el trozo, calculo mentalmente cuanto era la mitad y suspiro, la próxima vez robaría un trozo más grande, aunque al final terminaría haciendo lo mismo con él.

"No, yo ya me comí la otra mitad" mintió, eso fue más que una señal para el ojiazul que se llevó la porción de migas a la boca con una sonrisa. Si, Dean se moría de hambre, pero la suya siempre podía esperar un poco más que la de Castiel, siempre "No se los das a todas las personas, solo a quienes amas mucho"

Castiel entro en una nueva duda, bostezando "¿Nuestros papás se amaban?"

"Mucho" no dudo en responder Dean sonriendo, el solo recuerdo de sus padres le alegraba.

"¿Y a nosotros?" pregunto Cas perdido, el quisiera poder recordar tambien.

"No tienes una idea" aclaro, haciendo memoria, esforzándose "Papá te decía abejita reina y a mi abejorro, y decía que mamá era la miel" recordaba eso a la perfección, porque había preguntado, su padre lo había dicho tan sonriente que, aunque no entendía bien lo que significaba le hacía feliz.

Castiel supuso que debía sentirse feliz con ese comentario, pero en el fondo no estaba seguro, sus padres eran una idea tan fugaz en su mente, era incluso extrañar tanto a alguien que apenas recordabas "¿Y la abuela, nos quiere?"

Esa respuesta tardo más en llegar, y es que Dean no sabía muy bien la respuesta, a veces creía que si, a veces que no "Yo te quiero" añadió sin duda alguna.

Esta vez, Castiel sonrió tan feliz como Dean lo había estado antes, fue directamente a recostarse al lado de su hermano, abrazándolo "¿Tu nunca vas a dejarme?"

Dean miro los ojos azules de su hermano, el cabello negro y sus labios aun con migas de pan, negó sacudiendo su cabeza "Nunca, Cas, te lo juro" entonces se acercó lo suficiente y dejo un fugaz beso en los labios de Castiel. El moreno, aunque estaba sorprendido no se quitó y cuando se alejaron le devolvió otro, al final los besos eran para las personas que amabas y ahora mismo la única persona que amaban era el uno al otro.

Yo no sé si se pueda quererte más fuerte (DESTIEL/AU OMEGAVERSE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora