Parte 2

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Fue el 12 de agosto de 2017, el día que te vi por segunda vez. Durante esas dos semanas, sin saber si seguías en Los Ángeles o ya habías regresado con la Reina, había terminado con Camila, una de las tantas razones era el beso que nos dimos y otra era porque me engañaba a mí mismo y a ella estando con alguien a quien no quería sinceramente. Desde hace un año me había dado cuenta que me atraían las mujeres al igual que los hombres, pero no le tomé mucha importancia o tal vez realmente no quería saberlo. Me encontraba tan confundido y atrapado, sentía que estaba en un camino con un final que me dejaba estancado en un sitio en el que sentía no quería estar. Ahora no solo tenía que luchar con la duda de que sería de mi vida después del colegio, ¿ingresaré a alguna universidad?, ¿seré alguien en la vida?, en ese momento no solo tenía dudas de mi futuro, también las tenía sobre mí como persona. Porque cuando creces rodeado de una familia muy católica y de mente cerrada, no está dentro de tus opciones salir homosexual o ser parte de la comunidad LGBT. Una vez le pregunté a Sandra: "¿Qué pasaría si te digo que soy bisexual?". Ella me miró por unos segundos para después decirme que me iba a querer porque seguía siendo yo. La misma pregunta se la hice a mi prima, mi hermana y mi mejor amigo, los tres me dieron la misma respuesta. En esas dos semanas me tomé el tiempo de meditar quién soy realmente. De alguna manera tú me ayudaste a aceptar quién soy. Me di cuenta que podía amar a un hombre y a una mujer. Me di cuenta que seguía siendo yo mismo. Me di cuenta que no debía tener miedo a quién soy porque siendo como sea siempre habrá gente que me quiera y gente que no me quiera. Sigo siendo yo si beso a una mujer o a un hombre. Me di cuenta que no puedo huir de mí mismo, que tengo el derecho de ser libre. Tú fuiste el empujón que necesitaba para aceptarme y te estaré eternamente agradecido.

Ese 12 de agosto no quería salir y me encontraba en mi cama mirando el techo preguntándome que estarías haciendo en ese momento. Sandra insistió tanto en salir que me convenció. Cuando llegamos a casa de Ricardo, que por cierto estaba a unas cinco cuadras de la mía, no pude evitar que mi ánimo se levantará porque tenía la leve esperanza de verte ahí. Bailaba con Richi, Sandra y Camila, que aceptó ser mi amiga después de todo, y tú seguías sin dar pista de tu paradero, supuse que habías regresado a tu Londres querido. De un momento a otro se me acercó Lottie y me abrazó muy feliz, supuse por su ebriedad, me dijo que teníamos que alistarnos para cantar y empezó a aplaudir. No lo entendía. Cuando las luces se apagaron prendí mi celular para enviarte un mensaje preguntando tu paradero y ver la hora, eran las doce.

- ¡HAPPY BIRTHDAY TO YOU! ¡HAPPY BIRTHDAY TO YOU! ¡HAPPY BIRTHDAY BOOBEAR! ¡HAPPY BIRTHDAY TO YOU! -. gritó un grupo de personas mientras una señora muy parecida a ti se te acercaba con un pastel en manos.

Te veías hermoso. Tu flequillo intacto en tu frente, las arruguitas a un lado de tus ojos y una sonrisa cerrada que brillaba más que el mismo sol. Tus ahorca-jeans, tus anillos, en esta ocasión tenías unas botas militares negras y un polo de color azul claro que dejaba ver tu abdomen plano y que tenía escrito con un plumón I don't like birthday parties. Cuando el barullo terminó y dejaron de felicitarte por tus diecinueve años recién cumplidos me decidí a acercarme y saludarte.

- Hola

- Hola

- Feliz cumpleaños

- Gracias

- ¿Podemos hablar?

Tu solo asentiste y te moviste por la casa, yo atrás de ti. Nos llevaste a la azotea donde casi no se escuchaba la música del primer piso. Louis. Un nombre tan común, pequeño y digno de ti. Te llamabas Louis y yo solo quería que sepas el mío.

- Nunca preguntaste mi nombre -. Te dije

- Ya lo sabía

- ¿Cómo?

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𝚅𝙴𝙸𝙽𝚃𝙴, 𝚃𝚁𝙴𝚂 𝚈 𝙳𝙸𝙴𝚉 || 𝑳𝒂𝒓𝒓𝒚 𝑺𝒕𝒚𝒍𝒊𝒏𝒔𝒐𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora