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     Evan esperó pacientemente en el salón mientras yo regresaba a mi habitación refunfuñando palabras entre dientes.

     —¡Ni siquiera tengo ropa para usar! —hablé lo suficientemente alto para que el chico escuchara.

     —¡No importa, con cualquier cosa te verás muy bien! —exhalé con cansancio.

Revisé mis prendas dentro del closet, una en especial resaltaba a la vista de lo demás: un vestido color mostaza. Ahora lo recordaba, lo compré en un pasado cuando fui con Alexy y Rosa al mall, Armin también estaba ahí conmigo... ¡No tengo tiempo para pensar en ellos! Tomé aquel vestido entre mis manos, botines oscuros y algunos otros accesorios del mismo color.

     —Sucrette, ¿podrías apresurarte? Se supone que tenemos que estar ahí en media hora —intenté apresurarme.

     —¡Ya te escuché!

(...)

     —¿Puedes recordarme por qué acepté venir contigo a la cena? ¡Ni siquiera soy parte de su familia, tampoco conozco a nadie! —espeté.

     —Me conoces a mí —suelta burlezcamente.

El pelirosa me trajo con él a la cena con sus hermanos. Estaba muy nerviosa, era una completa desconocida en ese lugar y no me sentía muy segura de mí misma. Mis sentimientos me abrumaban.

     —¿Al menos podrías decirme cómo se llama tu familia? —él se detiene, absorto en sus pensamientos me da una respuesta.

     —No tengo ni idea de cómo se llaman los padres —se sincera—, pero mis hermanos gemelos se llaman Alexy y Armin.

Me paralicé en ese momento, juro que mi rostro se puso pálido al escuchar esos nombres.

     —¡¿P-Por qué no me lo dijiste antes?! —exclamé.

     —Nunca lo preguntaste —su comentario irónico me molestó—. ¿Por qué, los conoces? —arquea una ceja, me sonrojé por completo.

No respondí nada, guardé todo en mis adentros.

     Frente a nosotros estaba el edificio con apartamentos donde vivían los gemelos. Tragué en seco. Definitivamente esta sería la peor situación a la cual me enfrentaría.
Evan agarró mi mano y me arrastró hacia la entrada. En este punto mi mente se encontraba en blanco, jamás me hubiera imaginado aquí.

     —Tranquilízate, tu cara está pálida.

Era tan fácil decirlo... Cuando salga de aquí lo mataré.

     El ascensor nos llevó hasta el piso cuatro, mi corazón palpitaba con fuerza mientras más nos acercábamos. "Ding-ding", ese fue el sonido para terminar nuestro viaje. Las puertas se abrieron al mismo tiempo y salimos de ese lugar estrecho.

     —Deja de preocuparte tanto.

Apartamento cuarenta y tres. El ojirosa llamó al timbre de la casa, escuchaba los pasos acercarse y yo ya tenía mi corazón bombeando rápidamente en una mano; no de forma literal, pero así parecía.

     —¡Evan, querido! —una mujer de cabello rizado y oscuro aparece frente a la puerta—. Que gusto conocerte, soy Victoria, madre de los gemelos.

     —El gusto es mío —ambos se saludan con dos besos en la mejilla—. Ella es mi acompañante, Sucrette.

     —Mucho gusto —amablemente la ojiverde imita el saludo.

     —¡Por favor, pasen! Siéntanse cómodos.

Seguí a Evan detrás de él.

     Su apartamento era muy llamativo en cada rincón, sin omitir el fuerte olor a incienso de frutos. El sol caía poco a poco, las ventanas daban un buen ángulo hacia el atardecer. Todo era muy agradable aquí.

     —¡Evan~! —una voz bastante conocida se acercó—. Me alegro muchísimo de verte —aquel chico lo abrazó.

     —También lo hago, Alex —se notaba más animado—. Traje conmigo a una acompañante.

     —¿Enserio? —el ojirosa se corre a un lado, dejándome a la vista—. ¡¿Sucrette?! —su expresión estaba llena de asombro y felicidad, él también me abraza—. Pero tú, Evan, ¿cómo...?

     —Larga historia —sonrío.

(...)

     El peliazul me toma del brazo y me arrastra hacia una habitación, me opuse a hacerlo, no obstante me trajo en contra de mi voluntad. Detrás de él cerró la puerta.

     —Sucrette, ¿qué está pasando? —sin dejarme tiempo de contestar me mira horrorizado—. ¿¡Seduciste a mi hermano para que te trajera!? —niego varias veces.

     —¡No, Alexy! ¡No seas tan ingenuo! —lo golpeo en el hombro.

     —Es cierto, no puedes hacerlo porque estás enamorada de mi otro hermano —su tono pícaro me desconcerta.

     —Ugh, eres incorregible —carcajea—. De todos modos, ¿por qué me arrastraste hasta acá? —su rostro cambió completamente, ahora se notaba triste con una mueca sobre sus labios.

     —Tenemos un problema...

Me contó todo acerca de la situación de su gemelo y el porqué no estaba en casa. Por un segundo lo maldije, pero por otro lado debía comprenderlo.
Armin no quería ver a Evan, se escapó hace unas horas para evitarlo puesto que él no se sentía seguro. Tanto tiempo separados los distanció al punto de romper a su familia y verlo de nuevo era complicado en su relación.

     —Mis padres no pudieron evitarlo, él simplemente se fue sin decir nada.

Desesperanza, ese sentimiento era angustiante. Ver los lazos de su familia en este estado era muy malo y deseaba ayudarlos.

     —Acompáñame —dije, confiada por mi decisión.

     —¿Qué harás? No eres un hada que hace milagros —ruedo los ojos.

     —No soy la persona indicada para arreglar sus conexiones, tienes que venir conmigo —aclaré—. Traeremos juntos a Armin a esta cena.

Hidden | CDM | ArminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora