CAPITULO 1

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POV ALEX

Un par de zapatillas y los libros de la academia era lo último que me quedaba por meter en la maleta. El viaje iba a ser de unas cuatro horas y cuarto en coche, desde Boston hasta Nueva York, donde vivía mi hermana Kara. La echaba mucho de menos y más viviendo en ciudades diferentes. Nos visitábamos cada vez que el trabajo y los estudios nos dejaban y nos llamábamos todos los días por teléfono desde hacía dos años, pero nunca ha sido lo mismo que tenerla cerca.

Por desgracia, la última llamada la hizo llorando mientras me contaba el accidente que habían sufrido nuestros padres y que habían fallecido en él. Así que aquí estaba yo, en un coche con otros tres desconocidos, llorando disimuladamente de cara a la ventana, con los auriculares y la música tratando de que nadie mantuviera una conversación conmigo. Compartir el viaje había sido la opción más barata y más rápida, aunque ahora me estuviera arrepintiendo y fuera una de las situaciones más incomodas que había vivido.

Los últimos dos días habían sido los más largos de toda mi vida. Había tenido que arreglar todos los papeles para acabar mi especialidad de homicidios en Nueva York. Kara me había insistido en que no hacía falta que cambiara todos mis planes por los últimos 3 meses que me quedaban para lograr mi sueño, pero yo sabía que mi hermana me necesitaba, y yo a ella.

Cuando faltaba apenas media hora para llegar, me obligué a dejar de llorar. No quería añadirle más preocupaciones a Kara que estos días ya se había encargado, junto a J'onn, de preparar el funeral y hablar con todo el mundo para la reunión con los más íntimos en casa. Aun así, no sabía si iba a estar preparada para tanto recuerdo junto cuando ya los estaba echando en falta.

Ya estaba en casa y me disponía a llamar cuando la puerta se abrió.

—Oh Alex... —Kara se abrazó a mi sollozando— todavía no me lo creo...

—Hola pequeña —la abracé de vuelta.

Cuando se separó pude mirarla detenidamente. Tenía ojeras por la falta de sueño, los ojos rojos e hinchados por el llanto y estaba enfundada en su pijama preferido cuando estaba triste. Una de las cosas que no soportaba en mi vida era la impotencia, no poder hacer nada, evitar su sufrimiento. 

—Pasa, estarás cansada del viaje. ¿Quieres algo? —me ofrecía mientras se encargaba de mi chaqueta y mi maleta.

En la mesa del salón solo había restos de comida para llevar, cuencos vacíos de helado y una montaña de papel higiénico, no necesariamente limpio, al lado del sofá.

—¿Has empezado el ritual sin mí? —la miré y le sonreí.

Cada vez que alguna de las dos había vivido un drama, se venían los días de pizza, helado y películas. Nosotras nos lamíamos las heridas más bien con comida y con charlas hasta altas horas de la madrugada. Kara siempre ha sido mi mayor confidente y hemos superado infinidad de problemas y desamores, aunque de esto último en mi vida nunca ha habido mucho.

—Algo así —me contestó de espaldas mientras me hacía un café con miel pues era de la única forma que podía beberme semejante cosa.

—¿Y J'onn? —pregunté extrañada de no verlo porque supuestamente, había venido a hacerle compañía estos días.

—Ha insistido en comprar "comida de verdad", ahora vendrá —contestó mientras ponía el café en la mesa del comedor y se sentaba frente a mí.

—Te he echado de menos —le cogí la mano.

—Y yo —me sonrió —gracias por cambiarlo todo a última hora. ¿Ya sabes en que comisaría estarás? 

—No, falta una semana para empezar así que no creo que tarden mucho en llamarme —removí el café —¿Cómo está Lena? 

SANVERS -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora