Parte dos.

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Hyunjin tecleaba como profesional en su computadora portátil, bufo molesto mientras buscaba arreglar la nueva compra para la empresa. Al ser un accionista importante  y mayoritario todo su día se basaba en juntas importantes, reuniones,  desayunos, almuerzos, cenas y fiestas con la compañía y para la compañía.  Changbin era su mano derecha, que justamente entraba con un puñado de papeles. Lucía  cansado, con bolsas por debajo de sus ojos y muy probablemente era su culpa, puesto que la noche anterior él se retiró temprano,  para pasar la tarde-noche con una chica de Inglaterra de la que poco recordaba su nombre, mucho menos su rostro, fue únicamente un alivio, una follada rápida, nada importante se repitió a si mismo. Jeongin lo entendería, él siempre lo hacía. 

—Mierda, quiero un descanso —.  Suspiró Changbin mientras se desparramaba en el sofá de forma graciosa bajo la mirada divertida de Hyunjin.—Oye,  Félix quería saber que había ocurrido con Jeongin—. El castaño apartó su mirada de la computadora extrañado.—Cuando te fuiste ayer, asumí que sería para celebrar tu aniversario de bodas. Pero Félix dijo que eras el ser más detestable sobre la tierra; que no veía la hora de que él te pidiera el divorcio. Mi chico estaba muy molesto, pero sé que fuiste a esa cena con tu chico—. Sonrió satisfecho hasta ver la cara de su menor, que denotaba una culpa profunda. —No estuviste con Jeongin...— La mirada de reproche del mayor le caló en lo más profundo de sus huesos.

—Yo... Yo no sabía que—. Changbin se levantó visiblemente molesto, Hyunjin pareció no querer detenerlo cuando estaba a punto de cruzar la puerta, en un impulso incontrolable dijo:

—¿Sabes qué? Yo tampoco veo la hora de que Jeongin te pida el divorcio, creí que cambiaste, Hyunjin—. El tono de voz del mayor no era molesto, sino decepcionado.—Pero veo que me equivoqué, sigues siendo el mismo chiquillo enfermo por placer. Pero, ¿Sabes algo? Cuando tu esposo se canse de esperar todas las malditas noches por ti, entonces yo estaré feliz y todos lo estarán porque te estás portando como una real basura.

El mayor azotó la puerta de la habitación,  bajo la mirada triste de Hyunjin. Realmente lo había olvidado... Los recuerdos se agolparon a su mente, las lágrimas en los ojos de su esposo ahora cobraban sentido. Y entonces supo que esta no era la primera vez que no lo notó, que no le importó.

—Mierda, Hyunjin—. Se reprendió. 

Sabiendo que por muy molesto que estuviera, Jeongin no dijo absolutamente nada. Aún cuando tenía rabia, no lo golpeó,  no le gritó, no dijo ni una sola palabra y recibió sus besos. Recibió esos besos que seguramente le supieron a whisky y labial barato, sin decir nada, se sometió a él y a sus caricias. Tomó su teléfono fijo y marco la línea uno.

—Mina, cancela mi cita con Ryo de las cuatro de la tarde—. Pensó rápidamente un plan para disculparse con su marido.—Pide un ramo de rosas rojas, con una tarjeta vacía por favor, una caja de chocolates de los más caros y deliciosos posible—. La chica de la línea no respondió por unos segundos.

—¿Está seguro de cancelar con Ryo, señor?— Lo pensó,  ¿Realmente valía la pena rechazar sus planes para quedarse con su esposo? Ryo era preciosa, tenía piernas largas, una cintura estrecha y su cabello era largo, la modelo le había dado un lugar en su apretada agenda con ese tono de voz seductor pero... ¿Realmente valía la pena?—¿Señor?—soltó la chica tras la línea. 

—Cancela la maldita cita, Mina—. Dijo para luego colgar con la frustración a tope.

Hyunjin amaba a su esposo de eso estaba seguro,  nunca podría imaginarse a Jeongin con alguien más, ni él estar con alguien más.  Nunca, la única persona que merecía ser llamada su esposo era él,  de eso estaba seguro. Jeongin era suyo y él  era de su pequeño. Se disculparía y todo volvería a la normalidad. 

A que no me dejas... (Hyunin). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora