Salí con un chico

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Salí con un chico que me enseñó que "La vida te pide sólo lo que puedes soportar" y que el cariño de las personas nada tiene que ver con sus genitales.

En una ocasión me escapé con un chico a la ciudad de la esperanza. Él nunca me mintió, pero tampoco supo ser sincero conmigo, así que tuve que aprender a recoger mi corazón y seguir adelante.

Otro me enseñó que los príncipes no vienen en colores y que, quien no está dispuesto a reconocer su tesoro interior, no puede acceder a la nobleza.

Alguien más me mostró que la gente más interesante puede estar en los lugares menos esperados y que, compartir un viaje de unos días, te llena el corazón por años.

Con un chico compartí la soledad del abandono y supe que la comida y las risas llenan vacíos temporalmente, y que no es sino hasta que trabajas en tu interior cuando puedes apreciar el valor de otro ser humano.

Pero quizá la lección más grande que he aprendido es que Alma sólo hay una, aunque cuerpos tengamos muchos, y que, un cariño sincero trasciende las barreras físicas del tiempo y el espacio.

Porque cuando amas de verdad, tu compañero se transforma también en tu maestro

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