Redención

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Redención

Palabras: 770

El General clavó la pala en la tierra para poder secarse el sudor con la toalla blanca que colgaba de su cuello, pese a que estaba atardeciendo, el calor de Ishval aún se mantenía con fuerza en la ciudad.

Aprovechó el descanso para observar el ocaso con una sonrisa, la luz del astro rey era bienvenida desde aquella instancia en que había perdido la facultad de ver, ahora se daba el tiempo para disfrutarla, aunque sea unos breves segundos al día. Corrió su oscura mirada hacia la calle donde varios soldados ayudaban a los Ishvalanos con las reconstrucciones de sus viviendas, todos trabajando en equipo era algo que, sin dudas, era digno también de ver.

Iba a volver a trabajar cuando se percató que la teniente coronel se acercaba a él, con la mirada algo perdida, sabía que era una acción bastante común en ella desde que Scar le había pedido que colaborara con la educación de los niños, y que, aunque la teniente coronel se había mostrado bastante inquieta de tomar ese papel, lo estaba desarrollando de una manera tan excepcional que todos los pequeños solían rodearla como si fuera realmente una maestra. Y le gustaba verla sonreír honestamente, otra de las maravillas de haber recuperado la visión.

—¿Qué ha sucedido hoy? —mencionó en voz alta, sobresaltándola, eso sí que había sido nuevo.

—Señor, es que... —Mustang siguió la mirada de la rubia hasta sus manos que pese a lucir limpias tenían rastros de sangre seca en algunas partes.

—¿Qué ha pasado, teniente? —exclamó preocupado, soltando la pala para tomar las manos de su querida subordinada—. ¿Qué pasó?

—Hoy, una de las madres de los niños que cuido... —parecía perdida en sus pensamientos, como si no pudiera creer lo que había pasado.

—¿Te lastimo? —la mujer negó con la cabeza, cerrando sus ojos— ¿Entonces?

—Rompió fuente en la escuela... y yo... —no necesito terminar de hablar para que Mustang supiera lo que había pasado. Había escuchado a unos hombres festejar el nacimiento de otro Ishavalano en libertad.

—Ya veo —dijo, para sacarla del trance, palmeándole las manos—. Tus manos finalmente están manchadas de vida... —ladeó la sonrisa y volvió la mirada al atardecer—. ¿No es eso magnifico, teniente?

—No sé cómo sentirme, señor —respondió con sinceridad.

—Debería empezar a sentirse liberada —le recomendó, volviendo sus ojos oscuros a ella—. La redención es posible, solo hay que ir paso a paso... corrigiendo el presente sin olvidarse del pasado.

—Supongo —dijo, observándose las manos.

—Otro paso de redención, sería hablar con el Führer —ante aquella frase, Riza Hawkeye miró a su superior con el ceño fruncido.

—No me interesa hablar con o sobre el Führer —respondió, con la voz tan fría que Roy Mustang sintió que se le congelaba los vellos de la nuca.

—Es su familia... —le recordó, pero ella negó enérgica.

—Si quiero jugar a la familia, podría decir que la tengo en Resembool, hasta los pequeños Elric me llaman tía —y aunque trataba de sonar neutra, no pasaba desapercibido el sentir cálido que realmente le provocaban los hijos de Edward Elric.

Ambos se quedaron en silencio, observando el atardecer que finalmente había ocultado gran parte del sol en el horizonte.

—¿Y qué tal la idea de formar una familia propia, tanto niño no la inspira? —la pregunta quedó nuevamente en el aire, pero la parte receptora pareció ignorarla.

—¿Tiene hambre? —consultó, caminado de tema bruscamente—. Iré a ver lo que han preparado para comer.

—¡Vamos, teniente! —exclamó, con algo de diversión en sus palabras— finalmente estamos levantando las viviendas de Ishval, piedra por piedra...

Aquella frase la tensó en su lugar recordando las palabras pronunciadas a las afueras de la oficina del Führer, momentos después de descubrir que era la nieta de Grumman.

—Y si llegara a casarme, ¿tendría que adoptarlo como un hijo? —se tentó a responder con cierta osadía mirando a su superior, Mustang le mantuvo la mirada fija pero lejos de amonestarla empezó a reírse por su atrevimiento.

—Buena jugada, teniente... buena jugada.

—Gracias —respondió con un gesto de su cabeza.

—No perderé la fe de convencerla de aceptar —le indicó agachándose para recuperar la pala.

—Lo sé —contestó ella sin titubeo—. Por eso, haré todo lo posible para seguir negándome, General.

Mustang solo soltó una risotada, mientras la teniente coronel dejaba el lugar con rapidez para ir a supervisar que iniciaran los preparativos para la cena.

El hombre de cabellos oscuros se mantuvo observándola hasta que se perdió de su campo de visión...

Ella tenía una forma muy divertida de mantenerlo con la mentalidad competitiva activa.

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Antes de que se acabara Junio quería dejarle un granito extra a esta colección de Relatos Royai...

El corto está basado en el "Day 5 - [Picture prompt]"

El corto está basado en el "Day 5 - [Picture prompt]"

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Pero más al estilo ellos xDD

Espero que les haya gustado... se me antojo algo Royai y se me ocurrió anoche mientras trataba de dormir... 

26 de Junio 2020

Colección R de RoyaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora