CAPITULO 1

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DÍAS ANTES...

MIAMI, GIMNASIO D'LACOTA.

1:55 PM

Pequeñas gotas de sudor caían desde su frente, tomando como viaje el valle de su nariz y extendiéndose en todo su rostro. Provocando que cada vez su piel blanca cual porcelana estuviera húmeda y pegajosa, sin duda era algo que odiaba, pero a lo que ya estaba acostumbrada. Gotas de aquel liquido se deslizaban lentamente por su cuero cabelludo pasando por su cuello hasta perderse en el sostén deportivo que portaba. Sus ojos se centraron únicamente en la persona que se encontraba haciendo ejercicio justo frente a ella. Era curioso y casi hilarante la forma en la que aquel hombre intentaba con toda su fuerza levantar al menos una pesa, su ceja se arqueo mientras tomaba un sorbo de agua, sin retirar la mirada de la persona.

El gimnasio se encontraba activo, nada nuevo, la gente se iba y venía. La hora en su celular marcaba las diez con cincuenta y cinco, llevaba desde las ocho y media en ese pequeño pero cómodo gimnasio con el cual ya estaba familiarizada, generalmente a esta hora debería estar en la caminadora eléctrica, generalmente. El cansancio que su cuerpo sentía estaba presente, las pulsaciones en sus piernas eran cada vez más soportables, su botella de agua estaba casi vacía, mientras su toalla se encontraba totalmente húmeda debido al sudor.

Cada noche se encargaba de llenar su bote de agua y cambiar su toalla por una limpia. Un resoplido se escuchó a su lado, el fastidio y el cansancio eran claros de notar en aquel simple acto. El sonido la hizo volver a la realidad, apartando por fin la mirada sobre aquel desconocido que, por cierto, aun no conseguía levantar la pesa. Sus ojos se deslizaron hacia su lado derecho, inmediatamente su vista logro enfocar a una rubia, la cual mantenía su ceño fruncido, mirándola con incredulidad.

—Seré directa, —hablo la desconocida sin quitar aquel gesto de su rostro. —no creo que aquel viejo pellejo sea para ti, si gustas de personas mayores déjame decirte que hay mejores, chica. Tengo el número de los Sugar Daddy's de mi prima por si gustas, se nota que te hace falta algo de sexo.

Su boca dejo salir un jadeo ante las palabras de aquella chica.

—¡Diablos no! —gruño con asco la pelinegra, el solo pensamiento de estar con un viejo en alguna situación romántica le provocaba repulsión, más bien, cualquier hombre le provocaba aquella sensación. Lo suyo definitivamente no eran los penes.

—Lo entiendo, —suspiro la rubia. —al principio yo no estaba totalmente de acuerdo con esto, pero le compraron un convertible a la desgraciada. ¡Y la perra lo choco!

Si no fuera una total desconocida, probablemente, se hubiera reído.

—Lo siento eso no es lo que quise decir. —murmuró en disculpa la ojiverde, pronto su labio inferior fue atrapado por sus dientes. —Lo que quise decir es...Gracias, pero no gracias. (N/A: C= i'm reading xd)

La rubia de bellos ojos café la miro atenta, analizándola de arriba a abajo. Su forma de sentar, la forma en la que una pequeña sonrisa se formó en los labios de la ojiverde aun con su labio apresado por sus dientes, su peculiar forma de hablar, sus seductores ojos verde marino y sobretodo, pero no menos importante, la banda de arcoíris puesta en su muñeca. Sin embargo, no podía sacar conclusiones tan rápidamente.

—No te atraen los penes, ¿cierto? —pregunto sin nada que perder. La pregunta tomo por sorpresa a la ojiverde, que sin duda no esperaba que la chica fuera, tan directa.

La miro unos minutos para después bajar la cabeza con una pequeña sonrisa, dando una afirmación en silencio.

—¡Oh dios mío! —dejo salir un pequeño grito, sobresaltando a la joven pelinegra junto a varias personas que estaban alrededor, sin mencionar que por su culpa uno de los hombres que se encontraban ahí termino derramando toda su agua en el piso y parte de su camisa. —¿Por qué no me lo has dicho antes?

¡Locas en FUGA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora