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Esto estaba más allá de ser sólo un sueño, hoy era el día en que iban a romper la barrera.

Hongseok caminaba por el pasillo del hospital, mientras mordía sus uñas nerviosamente. Y es que siempre que estaba nervioso tenía una tendencia a desquitarse con su cuerpo.

Hubo ocasiones en que sus uñas eran el blanco de sus nervios por lo que se las mordía hasta que sangraran.

Cuando era pequeño su mamá solía decirle que lo que iba a conseguir debido a su hábito era que su estómago se llenara de gusanos, pero eso sólo lo perturbó aproximadamente durante una semana.

Si necesitaba sacar su estrés, recurría a su hábito para sofocar la ansiedad persistente en su estómago.

Hasta alguna vez se puso algún repugnante tratamiento en las uñas, pero no hizo efecto porque de todas maneras terminaba mordiéndoselas. Más tarde, ese mismo día, se había encontrado con su novia y la beso en los labios. Cuando se apartó, el rostro de ella se había enroscado en la mueca más enferma que había visto en su vida. Resulta que algo de su tratamiento se había quedado en sus labios y se había trasladado a su boca durante el beso. Por lo tanto, en ese momento decidió abandonar por completo el tratamiento y simplemente aceptar que era un mordedor de uñas compulsivo.

Sabía que no estaba olvidando los sentimientos, pero eso lo iba ayudar a dejar de pensar en ellos, por lo que busco consuelo en la familiar sensación de morderse las uñas.

— ¡Hongseok! Deja de hacer eso, es repugnante. — lo reprendió Jinho, golpeando con fuerza la mano de Hongseok que había viajado involuntariamente a su boca.

Hongseok frunció el ceño porque sabía que no iba a hacer lo que su mejor amigo le aconsejaba. Jinho tenía buenas intenciones pero ahora Hongseok estaba odiando lo mucho que su amigo se estaba preocupando en este momento.

—¡Estoy nervioso! No puedo detenerme.— opuso Hongseok mientras caminaban hacia una mesa donde se encontraba una bello y joven enfermero. 

—¿En qué puedo ayudarle? — preguntó él, su voz era tan burbujeante como un arroyo en primavera.

—Me preguntaba si usted podría decirme dónde está la habitación de Shinwon, estoy aquí para visitarlo.— explicó Hongseok, con su voz vacilante.

Los ojos de el joven se iluminaron con el reconocimiento y sonrió con emoción.

—¡Tú debes de ser Hongseok! Soy Kino, uno de los enfermeros de Shinwon y supongo que se podría decir que también soy su amigo. No quiero avergonzarte, pero eres incluso más guapo de como él te describió.

Jinho tuvo que taparse la boca para ahogar su risa incrédula.

—Um... gracias. ¿Te importa mostrarnos en que habitación está? — preguntó Hongseok, Kino se puso de pie con entusiasmo y le hizo señas de que lo siguieran.

—Él va a estar tan emocionado de verte.— compartió el. 

Caminaron por el pasillo pintado de color amarillo, la intención del color probablemente era hacer que el sitio fuera reconfortante, pero a Hongseok, sólo le hacía sentirse enfermo. En cada puerta había un pequeño cartel con el nombre de quien ocupaba la habitación.

Esto hizo que Hongseok sintiera un escalofrío y mucha más ansiedad y sus manos volaron hacia su boca pero a Jinho no parecía importarle. Con cada puerta que pasaba, Hongseok buscaba el nombre de Shinwon, pero simplemente siguió caminando por el largo pasillo.

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Una vez que Hyunggu se había ido, Shinwon pasó el resto de la mañana y hasta bien entrada la tarde perdido en sus pensamientos.

Mientras Dormíamos (ShinSeok)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora